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-la ética impracticable de Cristo- «impracticable ethics of Christ». El mismo afirma: La esencia del cristianismo es su llamamiento a la vida de Cristo, como revelación de la naturaleza de Dios y de su actividad en el mundo. La Madre, el Niño, y el desnudo pesebre, los hombres humildes, sin hogar, los olvidados de sí mismos, su mensaje de paz, amor y simpatía; los sufrimientos, la agonía, las palabras tiernas al extinguirse la vida; la final desesperanza y el todo de su autoridad y de la suprema victoria: todo esto es único desde am– bas posiciones la filosofía e historia. Si Platón con su Logos, hubiera conocido a Cristo habría exclamado: ¡Señor mío y Dios mío! El cristianismo piensa Paul Elmer More, dice: «El Verbo de Dios, como Sabiduría él mismo, como Belleza y Santidad se mostró a sí mismo incorporado en un carácter humano. La filosofía cristiana desarrolla, clarifica y vivifica la tradición platónica. Adquiere su pulso y su dinámica en la ima– ginación y en la voluntad que la más pura filosofía no podría poseern. El Logos, así como fue instrumento de creación, habría de ser instrumento de restauración. Concluye E. Mims: Los poetas han fallado en entender algunas de las corrientes del pensamiento moderno. No han sido sabios líderes. Pero han tenido siempre antes y ahora, fulgores, vislumbres resplande– cientes, para seguir un mundo y un futuro mejor, para la Fe. Y remacha Stephen Harold Spencer (lng. 1909), en su «Life and the Poet»: Una hermosa generación saltará de entre nosotros. No es extraño que después de la de los bancos, de las catedrales y de la insania o la quiebra declarada de nuestros rectores, llegue esa generación. Mirad la asombrosa aurora que estalla como una bomba entre nosotros, deslumbrándonos con su luz de nieve. Y antes, Yeats había expresado la esperanza de una era de fe: ¡Oh trompeta de plata, alza tu sonido y exalta la raza que está viniendo! 585