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CRISTO LIRICO ANGLOAMERICANO Decía Canon C. Stubss, inglés, en sus lecciones sobre el terna de The Christ oj English Poetry: Cristo en la Poesía Inglesa: Me parece a mí que los poetas, más que los teólogos o los hom– bres de ciencia, son los más representativos de los escritores en cuestiones religiosas. Los poetas son los más proféticos, los más indicadores, los más cordialmente humanizados de su tiempo. Ellos provocan la concienciación probablemente más válida acerca de la personalidad de Cristo. Tan discutible y tan válida puede parecer esta opinión, como es ar– riesgado resumir la incalculabe riqueza, variedad y profundidad, de la poética anglosajona cristiana. Esta forma un universo fascinante y estremecedor por su acercamiento lírico a Cristo. Solo indicaremos algunos rasgos principales, que no quiere decir sean los más ortodoxos por un lado, ni por otro tampoco tan dispares ni más prodigiosos que las líricas católicas, mediterráneas y ultramarinas de la América del Sur, en gran proporción hispana. Ambas dimensiones poemáticas, la anglosajona y la hispano– americana ahí están como tesoro del Occidente cristiano «yanquizándose». He aquí a continuación breves ideas extractadas del libro de Edwin Mims, «The Christ of the Poets», «El Cristo de los Poetas», Nashville, 1948. Frente al pecado original, o al menos, el pecado del mundo, la malversión humana, exalta la Redención de Cristo, que muere en la Cruz, con muerte para Resurrección y Gloria universal apoteósica. El panorama de la perver– sión ética del hombre histórico e individual es fantástica. Pero su naturaleza es fundamentalmente buena, y su cultura y su encuentro con Dios alcanzan la gracia, la bondad y la misericordia de Dios. El asunto más práctico, más real y anecdótico e íntimo del alma de mu– jeres y hombres, según la mente de estos poetas, es aplicar el espíritu y la palabra inmediata de Cristo a la problemática de cada momento, preservan– do así la literalidad fundamentalista de La Biblia, sobre todo del Nuevo Testamento: del Evangelio en una palabra, tendencia y conducta que caracterizó a la Nueva Inglaterra desde dos siglos atrás. De las incontables experiencias, vivencias, creencias, confesiones, fes, cultos, congregaciones, «ciencias» y pluralismos siempre verdeantes, hay que resaltar una escena como de «interior» holandés o de la vieja Inglaterra o de ciertas fronteras del Oeste, en medio de sus caminatas, la lectura en familia de la Biblia, la Bendición de la mesa, los Días del Señor y la Escuela Dominical, y sus reuniones del todo, diríamos, ecológicas, espirituales, de ambiente comunitario e interpersonal. William Cullen Bryant añadía a la Biblia ya la Plegaria un tercer valor, un sueño: 573

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