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que reviste visos de culto y rito, desde luego lúdicos. Del ya mencionado baseball -balonbase- en alabado como parte de la religión cívico– nacional por su unanimidad, por su posición y desencadenamiento ar– monioso, temas, juego limpio y fascinación. Lo que si merece consideración aparte es esa literatura menor, que así podemos llamar a su literatura inspiracional o inspirativa, que inunda la vida americana. Los estudiosos consideran a esta literatura como un reser– vorio de expresiones y cortesías socio-espirituales-poéticas. Sus características suelen ser la elementalidad, la libertad y un cierto escep– ticismo y laicismos asépticos. La constituyen tarjetas, cartas, en prosa o en verso, pequeños folletos floreados con miniaturas delicadas, y que se pro– digan en las fiestas litúrgicas y nacionales, en los acontecimientos sociales y familiares e individuales, de cada persona en los hechos de nacer, vivir, enfermar, hospitalizarse y morir bajo una inmensa catarata de congratula– ciones, enhorabuenas, duelos, frecuentemente mensajes incisivos y siempre sugerente y delicados. Se vienen prodigando esta literatura desde finales de siglo pasado. Los sociólogos, los teólogos y en general ciertas élites profe– sionales, incluidos los bancos y los políticos, los periodistas, prensa, radio y televisión quizá no los estiman lo suficiente, pero no se resisten a aprovecharlos en la misma oportunidad de la gran masa, aunque no sean más que, su valor expeditivo de oportunidad y benevolencia. Su aportación religiosa es superficial, sentimental, vaga. Por eso mismo es universal, ecuménica de hecho, y alivia tensiones y fomenta piedad. Razones que aducen aún los más extremistas para su uso. Creo porque es útil y consolador; creo porque así es; creo por– que es imposible, como Tertuliano. Creer en Dios es bueno por– que el no creer en él le lleva a uno a la conclusión de que uno mismo no vale nada ni merece la pena. «El agnosticismo es una enfermedad intelectual, y la fe en las falacias es mejor que ninguna o nada de fe.>> (Henry Linck) Es proceder habitual de esta literatura inspiracional, cuando toca el tema de Dios y lo hace con mucha frecuencia, presentar a Dios como un poder amable y bello, al alcance del uso de cada día y su cuidado respectivo. La primera función de Dios es dispensar las vitaminas a la persona ansiosa de salud y de dinero. Se instalan estas preces y buenos deseos entre la acción y la fe hasta llegar a la ecuanimidad emocional, y son compatibles con for– mas maduras y más elevadas hasta encontrar algo divino en lo vulgar y coti– diano. Sus formas de expresión y sus dibujos y colores, superficiales y difuminadas con deliciosos paisajes y ecologías refrescantes, intentan glosar la vida, el mundo y el trasmundo. En realidad esta catarata multicolor y literaria, llena de fragmentos de grandes poetas americanos o ingleses, muchos de ellos con nombre femenino, especialmente sin los nombres de los «anónimos», como si se 570
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