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Primera: Porque soy americano, y no me fundo y quisiera no fundarme exclusivamente en ese énfasis, en lo sensible y en lo profético de las espiritualidades heredadas de Europa. Segunda: Si usted ahonda en lo americano, podrá hallar en nuestros próximos antepasados, desde el principio de la na– cionalidad e independencia americana, un hálito profético distinto para dejar atrás lo europeo. Tercera: Los puritanos vinieron aquí diciendo no a la vida europea; los católicos llegaron a Maryland diciendo no a sus persecuciones europeas. América se fundó en esta profecía, igual que su Declaración de Independencia. Y Cuarta: Hay un aspecto admirable en el ser americano. América es vasta, inmensa, hermosa. Los primeros Americanos fueron -y son- los indios, cuya religión era profundamente mística, centrada en la creación, en el sentido de la creación que hemos hablado. A semejanza de San Francisco, su espiritualidad se basaba en la relación hermano-hermana con la tierra. Y termina con una idea fundamental no extraña, en cierta manera, a los conocidos tópicos americanos, sobre su vida fácil y placentera: «Necesitamos desmontar la idea de que el dolor es mejor que el placer. La idea de que Dios no necesita nuestros placeres para su vida. Debemos no insistir en la idea de buscar el premio en otra vida. Porque según las enseñanzas de Jesús, del Evangelio y las Epstolas «esa vida eterna ha comenzado ya aquí, en esta vida». Cualquiera que sean las ideas y actitudes ante estos aspectos iden– tificantes de la espiritualidad norteamericana en el orbe amplio y algo revuelto, dispar de las formas de la oración, salta a la vista que no son fenómenos exclusivos de la espiritualidad norteamericana, que suele ser simpática, y en segundo lugar que hay que empezar y terminar o seguir aceptando que la condición más jugosa de cualquier forma o clase de oración, vivencia íntima del trato con Dios, de la religión, sigue siendo la espontaneidad. LITERATURA INSPIRACIONAL Otra categoría que se desprende sutilmente de la espirtualidad yanqui es cierto aire y valor deportivos con que se la exhibe y contempla, como a un noble juego y parada nacional. O, más aproximadamente, es el deporte el 569

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