BCCCAP00000000000000000000550

Pero es, a la vez, un proceso de incorporación incesante a lo yanqui, en el tiempo. La «Salve» habla de «destiero»; pero pide y proclama siempre un «después». El cristiano sabe que su Fe, su destino, su amor son para otro mundo a través de éste. Y por eso mismo procura dignificar el presente con trabajo, con esperanza y con amor. Todos los exiliados -y lo somos todos de alguna manera- podríamos aprender del exilio cubano la gallardía, la fidelidad a la hermoso y a lo alegre, la noble acomodación sin bajeza, el anhelo de progreso, de libertad y de perfección, y a la divina esperanza de alcanzar algún día, con la gracia de Dios y nuestras buenas obras, la Patria del Cielo, como diría cualquier predicador de los que ya no se estilan. CONTENIDO DE UN FESTIVAL Tras dos décadas de exilio siguen los ecos de «Añorada Cuba» alegran– do y espiritualizando a Miami, incluido Miarni Beach. Su éxito radica en varias y poderosas razones, corno son la belleza en sí y la reviviscencia de lo cubano, en la juventud y carencia de profesionalidad de los intérpretes y en que uno se siente vitalmente cerca de Cuba. Es algo así corno si Cuba hubiera emigrado entre el mar y el sol y se hubiera posado en la Florida y la encontráramos quintaesenciada en el alma y en las presencias físicas de los organizadores, actores y espectadores del Festival. Corno siempre, el arte imita a la vida, y la vida resulta sublimada por el arte. El contenido del festival no es, al fin y al cabo, más que una parte de la vida íntegra de Cuba y de la de cada cubano. Los que no somos cubanos vemos ese espectáculo como arte desde luego; pero un cubano lo ve al mismo tiempo como su vida, como su propia biografía. En esa biografía las realidades y las peripecias se acumulan lo mismo que la sucesión de los números del programa, aunque los autores seguramente no se lo han pro– puesto adrede. En toda biografía humana hay elementos del pasado: religión, cultura, modas, costumbres, estilo, gusto y regustos, como en «La Habana de Ayer». Ningún pueblo prescinde de los artistas que con sus creaciones le ex– presaron y difundieron. Así ocurre con la música cubana y universal de Le– cuona. Cuentan mucho en la vida propia los rumores de las calles que nos fueron familiares, entre los cuales resaltan los «pregones», más o menos pretéritos. No puede faltar un cierto romanticismo cálido y optimista, de ensueño, como el de «La Habana de Noche», que sabiamente esquiva la vulgaridad de fáciles incentivos. He aquí otros elementos de la vida y arte cubanos: la savia, más impor– tante aún en el orden artístico que en el biológico, que lo «afrocubano» ha injertado de modo trepidante y extático en el alma folclórica cubana; esa coloración festiva de aires y danzas que renovándose todos los años se ponía 530

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz