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do la Sociedad de la Propagación de la Fe en Estados Unidos. Antes, durante años, señoreó en la televisión con esplendor prelaticio, sus dotes de actor acerado y penetrante, sus movimientos naturales y sobrios, cambian– do continuamente de contenido y forma con la movilidad propia de los ex– pertos en la presentación televisiva, tan difícil sobre todo si el asunto es religioso. Eran los tiempos de las conversiones al catolicismo. En ellas cola– boraban Loretta Young, Bing Crosby, Clara Luce y los Misterios del Rosario del P. Peyton. Luego Monseñor Sheen se dedicó a la promoción de la mencionada Sociedad de la Propagación de la Fe: a las conversiones del mundo exterior, y siempre con personalidad realista y sugerente. En su con– sultorio, en la prensa, con este título: DIOS OS AMA, explicaba: La obra primaria del Espíritu Santo tiene lugar en el corazón de los creyentes. Ahora bien, el número de conversiones anuales por cada sacerdote católico en Estados Unidos no llega a tres. Lo más curioso es que algunos de estos sacerdotes no saben que otra tres personas, por lo menos, en el mismo tiempo, se separan del Cuerpo Místico de Cristo, por orgullo, por ambición, por diferentes, pasiones y otras causas. Una diócesis de Estados Unidos, con un millón seiscientas mil almas, llegó a tener 3.896 conversos en el último año. Mientras en una zona de Africa, con el mismo número de católicos, alcanzó 188.000 conversos. Efec– tivamente, el territorio de Ruandi en Africa ha tenido tres veces más conversiones que la nación entera de Estados Unidos. En todo el Continente Negro, en el mismo tiempo, se verifican veinte veces más conversiones que en nuestro país; y nosotros tenemos cuatro veces más sacerdotes. En Africa cada sacerdote habría convertido un promedio de 232 personas. la luz de estos hechos, ¿no prestará usted su ayuda práctica a quienes atraen almas a la Iglesia en tierras más receptivas? ¿No ofrecerá usted sus plegarias, sacrificios y limosnas a los pobres mi– sioneros de Africa, que están insertando tantas almas en el Cuer– po Místico de Cristo? Si a usted le dieran a escoger entre invertir cien mil dólares en una empresa que rinde y paga el tres por cien– to de intéres y otra empresa que paga el veinte por ciento, ¿no haría usted cualquier esfuerzo por ayudar al Santo Padre, que tiene que sostener esas Msiones? Hay que observar que la mentalidad y los procedimientos de misión han cambiado. Pero no cabe duda de que la correlación persiste entre plegaria, economía racional y espíritu. 51

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