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modelo de las primeras naves españolas, la carabela «Vizcaya», se convirtió en el remate del escudo de la villa y emblema del guión del yacht de Deer– ing». A la nobleza de aquellas aventuras, el norteamericano James Deering, nacido en South Paris, Maine, añadió el romance de su amor a lo español, hecho arquitectura italianizante y lleno de alusiones y objetos hispanos y además con el nombre marinero y recio de «Vizcaya». MONASTERIO TRAPENSE SEGOVIANO DEL SIGLO XII EN MIAMI La providencia ha querido el espléndido contraste, no contradicción, de que en la gran ciudad más moderna del Nuevo Mundo se levante un monasterio español del siglo XII: «The Spanish Monastery)). Una in– dicación para turistas nos dice que es ahora, Capilla de la Misión Episcopal. No es del todo exacto. Es el hogar y santuario de monjes castellanos cister– cienses que hace más de setecientos años pulimentaron estas piedras con silencios, trabajos y plegarias. Estamos en un «aquí» y en un «ahora)) de Miami, en los cuales nos es dado sumergirnos en la gracia de la vieja Castilla. Ciertamente una joya de la arquitectura y de la piedad católicas: el monasterio de Sacramenia, Segovia, España, que Alfonso VII levantó en 1141 y entregó a los hijos de San Bernardo. Lo trajo a Miami, piedra a piedra el magnate de la prensa americana William Randolph. En este monasterio se puede dejar el mundo de ahora y transportarse a la ascética y a la mística de la España de los monjes medievales y encontrar en sus jar– dines «las semillas de contemplación» que tanto deleitaban a Thomas Mer– ton. La configuración de la Florida, de mano extendida entre océanos, y su metrópoli efectiva Miami, hacen de esta ciudad crucero de las Américas, y, por consiguiente, del mundo hispánico, abierto al mundo y a España par– ticularmente. Frente al mar del estrecho de la Florida, mirando hacia horizontes que se podrían otear desde el mismo morro de La Habana, se asoma la ermita de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre: ermita simple, como si la hubieran erigido un deseo claro y un avemaría. Esta advocación, la más bella quizá de María, «La Caridad)), es alma de la religiosiad de Cuba, la Bella, por an– tonomasia, «perla del Caribe». Desde su ermita-santuario aquí en Miami preside no sólo recuerdos, nostalgias, sino también un proceso actual de promoción, de empresas y logros que la comunidad cubana realiza dentro de la comunidad americana: hecho que puso de relieve la Cámara Latina de Comercio de Miami en el número extraordinario del Miami Herald, June 30, 1972. «La atmósfera hispano latina nos hace ciudad única». «Nueva York tiene su Greenwich Village; San Francisco su Chinatown; New Orleans se encorgullece de su French Quarter; y Miami goza ya del aire y sabor de una metrópoli latinoamericana)) y de su Calle Ocho con los cam- 527
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