BCCCAP00000000000000000000550
autor de «Iberia», la Espafia, que es «un misterio... salvaje, contradictoria y apasionadamente bella». A ESPAÑA «CON AMOR Y BUEN HUMOR» Seguramente que con humor, el periodista Don Shoemaker, del «Miami Herald,» a su diario de un reciente viaje a Espafia lo llama «Renovando un Asunto de Amor»: «Renewing a Love Affair». Escojamos sus ideas más salientes: Para amar bien lo propio es conveniente contemplar y querer lo extrafio. Ensalcemos, pues, a Espafia y el patrimonio hispano-americano. En primer lugar esa Puerta del Sol, cuyo kilómetro cero hace que Madrid sea la capital europea que está en el centro de la nación. Renovemos este tema de amor con las gentes espafiolas. Acomodemos la vida a un delicado ritmo de campanas. Aquí se encuentran nuestras músicas estadounidenses con más frecuencia que las nativas, casi. Y cuando oímos éstas, los hispanos, nos sobrecoge un especial deleite exótico y apenas adivinado. El madrilefio, como todos los espafioles, hace gala de cortesía, y evidencia deseo de agradar, sin merma del nacional orgullo. Dice un escritor inglés que britanos y americanos fuera de su país parece que quieren hacerse per– donar o encubrir sus propios países; pero los espafioles nunca. Madrid, desde luego no es toda Espafia, ni mucho menos. Felipe II la hizo capital en 1606, y desde entonces luce su sol excepcional y toma la medida de toda la nación. El espafiol es orgulloso, pero no altanero. Respeta mucho a los extran– jeros. Nos respeta demasiado como personas; pero nunca adula vilmente. No salta de alegría; pero rara vez parece aburrido o triste. Si queréis cono– cer a un pueblo, mirad los mufiecas de las niñas. En España todas las muñecas sonríen. Su plaza mayor es expresión retablo de la civilización de un pueblo, y a veces escenario de canonizaciones de santos, y de corridas de toros según el antiguo estilo y arte. Preguntas por una tienda, y el espafiol te acompaña hasta su puerta. En Andalucía y la España del Centro parece que no existe la pobreza, ni siquiera en las traseras de los caseríos. En la ciudad, sus tiendas rebosan de mercancías; y en los grandes almacenes, aglomerado el gentío, puedes perder un brazo. Intenta muchas veces el Gobierno nuevos horarios que atentan contra la siesta. Hasta ahora todo ha sido en vano contra ella. El español sigue su estilo. Se han liberado los besos; una cierta desnudez ha hecho progresos; proliferan los enmangasdecamisa; nuevas costumbres de enamorarse y la invasión de las suecas fue muy perceptible. Chistes y come– dias las divulgan y exageran. Surge la liberalización del régimen. El Primer Ministro maneja las llaves de la apertura. Líderes de derechas advierten: ¡Cuidado!, nuestro país es propenso a la pasión política. Nuevas confronta– ciones, odios entre hermanos, débiles como nación, la peturbación surgiría 509
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz