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netamente pastoral, de aproximación y convivencia, de responsabilidad y sacerdocio, les obliga a exponer sus puntos de vista y sus reflexiones, que vamos a resumir, como útiles, según las circunstancias: -Existe cierfa tensión entre nuestra condición de misioneros de Maryknoll y lo que la situación del ambiente y de la iglesia local quieren de nosotros. La tensión existirá siempre, pero la cuestión es cómo lograr el equilibrio entre nuestra personalidad de misioneros extranjeros y nuestra encarnación en el ambiente local. De aquí surgen las cuestiones: 1. ¿Cómo combinar el hecho de tener que ser interinos, flexibles y movibles con el otro hecho de una entrega total? 2. ¿Hay dictomía entre algo de nuestra dedicación presente y una presencia de verdad misionera? 3. ¿Cuáles son los criterios para mantener o terminar los com– promisos presentes o aceptar otros nuevos? ¿Cuáles son los criterios para distinguir entre nuevos compromisos y lo que sólo es un experimento? ¿Cómo integrar los carismas y características de los individuos de nuestra Congregación en la planificación de nuestro Instituto y de la sociedad? 4. Nuestra posesión y uso de los fondos ¿se ajustan a los fines de nuestro Instituto o según las necesidades auténticas de la iglesia local? ¿Logramos el espíritu de pobreza y ofrecemos la imagen de la Iglesia «pobre,» conforme a lo que se desprende de los documentos de Medellín y otros de la Iglesia? Tras esta revisión de vida en puntos muy concretos pasan los misioneros a señalar las prioridades de interés y acción: -La presencia de los misioneros de Maryknoll debe vivirse dentro de la realidad latinoamericana. Por consiguiente, nuestra actitud no es sólo problema nuestro, sino que tenemos que conformarnos a la iglesia local y a sus organizaciones nacionales y supranacionales. Hé aquí algunos elemen– tos de esta realidad humana: a. La comprensión de los valores de las culturas nacionales e in– dígenas. El entendimiento de la religiosidad popular. El entendi– miento de la teología de la liberación y del desarrollo integral, y sus relaciones con la evengelización y una eclesiología sólida. b. Formación de comunidades de base; comunidades rurales, ur– banas y suburbanas. El desarrollo de lideratos necesarios para ministerios de la iglesia y para el liderazgo en el orden temporal. Además de estas áreas o zonas fundamentales, requieren consideración especial las siguientes: 49

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