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para colgarla y hacerla ver como lámpara y corazón del univer– so. En torno a San Francico nunca se puede excluir lo imprevisto. En la charanga de una escuela parroquial americana, compuesta en su mayor parte de muchachos, una muchachita larguirucha y, de rubia que es, casi transparente, toca el trombón, dulce y extática como un arcángel del Pór– tico de la Gloria. Si alguien le pregunta por qué eligió ese instrumento, con– testa: -También San Francisco tocaba el violín con la rama tosca de un árbol. No lejos de la parroquia, en la misma calle, se encuentra una casa con este letrero: «Casa del Padre Pío». Naturalmente, el de Pietralcina. El único habitante de la casa es un anciano ebanista. Sus otros quehaceres son cuidar ardillas, caimanes enanos, jilgueros y, sobre todo, hacer pequeños favores a pasajeros desconocidos. ¿Por qué llama así a su casa, Casa del Padre Pío? -Porque visité Asís y Foggia. En Asís sentí el espíritu de San Francisco; y en Foggia, contemplé al Padre Pío. Todos los fran– ciscanos, no sé por qué, llevan una luz de San Francisco. El Padre Pío llevaba cinco: las Llagas. Me gustaría ser tan evangélico como ellos. La simpatía por el Pobre de Asís en Estados Unidos se funda en muchas razones, muy próximas al modo de ser y pensar anglosajones. Entre ellas se cuentan su manera naturista y lírica, tan práctica y consecuente como propicia a la aventura y a la independencia. En concreto admiran en San Francisco una cierta inconformidad benevolente, nunca hiriente, si no superadora de la realidad humana para asumirla totalmente en cristiano. Así les encanta en San Francisco el juvenil desdén que tendría por su sociedad yanqui del bienestar y de los logros materiales y mecánicos. Uno de estos americanos decía paradójicamente: Rockefeller y San Francisco, cada uno a su manera, son ex– tremos unidos por ideales muy realistas del hombre. LA PIEDAD DE GLADYS Y LA CONTAMINACION Podrían ilustrar esa nota juvenil de la ecología y de cierta religiosidad franciscana las actitudes representadas en una universitaria yanqui. Sigue siendo normal el que una muchacha nortamericana, católica, 490

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