BCCCAP00000000000000000000550
contrar en él un predecesor solo porque hacen cosas cuyo sentido último es ajeno a la mentalidad del Santo Llagado, aunque no sean para desdeñar ciertos pormenores sugerentes de una religiosidad juvenil. No importa demasiado en ningún sentido el que los hippies dejen de cortarse el pelo, prescindan de las normas establecidas de vestir, dejen las casas residenciales de sus padres y se dediquen a andar descalzos por las calles, tocar desaforada o lánguidamente la guitarra y urgir que «no se haga la guerra sino el amor». Así comenzaron unos apenas adolescentes que acostum– braban a ir a reuniones de la juventud metodista, y les dio por pintarra– jearse las caras de cromo, plañir ritmos de cítaras indias y llevar botones que decían: Amo a todo el mundo. En resumidas cuentas, el fenómeno hippy es importante, no tanto por sus alardes juveniles, como por ser la expresión superficial bien perceptible de la conmoción lacerante y soterrada de los adultos y provectos en nuestros días. El desenfado, la vitalidad y la extraña mitología con puntos de religiosidad de esos jóvenes están planteando a ciertos teólogos arduas cues– tiones acerca de nuestra sociedad y el cristianismo contemporáneo. Hay un innegable atractivo en el desafío que esos jóvenes lanzan, acaso in– diferentes, a todo lo establecido. ¿Se puede aprender algo de ellos o son simplemente las ovejas negras y extraviadas que hay que traer al redil?. He ahí un tema que se presta a muchas consideraciones. Ellos mismos ya co– mienzan a inquietarse al darse cuenta de que pueden ser solo una moda pasajera; y que están contagiando a demasiados. Una joven universitaria lo lamentaba en una reunión de hippies: «La buena sociedad nos está imitando. Eso nos desfigura». ENCANTO POR AS!S Un joven turista americano, a su regreso de Italia y visitar Asís, comen- taba: A todo el que haya gozado la bendición de visitar Asís y andar sosegadamente por sus calles, le habrá parecido que se va a en– contrar con San Francisco y que, en cualquier momento se va a dar de manos a boca con sus familiares, con sus compañeros, con sus gestos de mendigo y de ángel y con escenas de las Florecillas. Lo sorprendente es que del aire de Asís se desprende algo fino, duro, de luz incisiva y confortadora del espíritu. Es el Evangelio de Galilea, el de Nuestro Señor Jesucristo. Sobre pensamientos y sueños, se ven volar por encima de pretiles de palacios y tapias de huertos, los zapatos, el cayado, la bolsa de los dineros, la túnica y el cinto del joven trovador, luego de haber 488
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz