BCCCAP00000000000000000000550
mecánica de los aeropuertos y, sobre todo, la no importancia de nada, el irrespeto, la protesta, el amor y la muerte intrascendentes. En verdad, todo esto no tiene nada de '.mtiamericano para el americano tranquilo. Antonioni da en el clavo cuando afirma su amor por Estados Unidos, para realizar a plenitud sus películas, porque considera a este país «como el más interesante del mundo actualmente por lo que sucede dentro de él, por sus contradicciones, muchas de las cua– les se dan también en otras parte, pero aquí se entrechocan con rigor y magnanimidad. Esto traté de demostrar en «Zabriskie Point. ¿Es sensata esta afirmación de que los Estados Unidos de Norteamérica son el país más interesante del mundo de ahora, cuando se contempla a la vez y se confrontan tantos sistemas y experiencias en todas las latitudes, mientras los Estados Unidos son presentados como los mantenedores ideológicos y prácticos, los más establecidos y los menos radicales? He ahí la antinomia americana. A fuerza de ser desmesuradamente humanos en cantidad y recursos, acumulan virtudes y vicios mitificados en ambas dimensiones, del bien y del mal. Por el significado de la comunicación que difunden; por el dinero que manejan y atraen como por ley de gravedad; por su desafío a todo problema tan pron– to como surge y por la decisión que lo arrostran y lo resuelven sin prisa y sin desaliento; por el hecho de estar ocultos y presentes política y diplomáticamente en todas partes; por su poder disuasorio; por resultar tan combatidos y desdefiados como fácilmente imitados u obedecidos; por la actual amenaza de la hegemonía compartida con otras potencias; por ser vanguardia de industria, de técnica, de divertimiento y estilo de vida; y, sobre todo, porque salvan la aparente frivolidad e inocencia de todo ello con peculiar cristianismo hebraizante, signo acaso de los tiempos, los Estados Unidos de Norteamérica son el índice inmediato y más represen– tativo de algo que se puede considerar el centro de interés y de alguna manera el espíritu de nuestro tiempo. Es un país rico y doliente; banal y rígido. Ama y destruye idealizando y amando; es sefiuelo y crisol de sabios, de talentos y artistas ilusionados que aquí captan la medida humana posible ahora y encuentran la oportunidad de entregarse a lo que Antonioni llama «el libertinaje artístico», fin que él reconoce haber tenido como única meta al hacer su película. La misma pe– quefiez aparente de este propósito resalta la grandeza de la vastedad americana. Sin embargo, el artista sabe que su filme no alcanza a ser una ex– plicación, ni siquiera pintoresca de Estados Unidos. Tampoco es testimonio, ni predicación, ni proclama. Es puramente sensibilidad de «una revolución silenciosa que ya está en marcha» y que simultanea con el prin– cipio de la otra revolución violenta cuya culminación calcula Antonioni 476
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz