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A veces lo que vemos en algunas películas son asertos cristianos, aunque el artista use material parcialmente reprochable. Lo básicamente cristiano no deja de serlo, por el hecho de que cir– cunstancialmente y sin prioridad se presente algo no decente del todo. Sin embargo, y menos enigmáticamente de Jo que parece, ahí queda la moraleja mental del señor Arzobispo: Todas nuestras disquisiones y actitudes, no nos libran de refle– xionar que el juicio de Dios se está manifestando en la con– denación de una sociedad en que uno se ve forzado a dilucidar las formas ilícitas del amor. CRITERIOS ANTE «LAS SANDALIAS DEL PESCADOR» Esta película que tanto éxito, simpatías y admiración suscitó entre el público católico sudamericano y en los ambientes claustrales hispanos, fue juzgado por el católico medio norteamericano no muy halagüeñamente. Aparte de su juicio, lo extraño es que la vieron no más allá del uno por cien– to de los católicos en N. York; en Boston, el once por ciento. ¿Cómo explicar esta apatía del católico norteamericano cuando esta película ha batido records en tierras latinas como España, Portugal y Sudamérica cuya afición -piensan los yanquis- se inclina por los westers y películas de acción? Esa apatía no basta con atribuirla al temperamento nacional. LIFE habla de la gandiosidad de las escenas abiertas en las nieves siberianas y su divino contraste con Roma; el elegante esplendor de la elección del Papa; las secuencias desafiantes del semicondenado Fr. Telemond filósofo, científico y poeta expresando sus creencias en la síntesis de ciencia y religión, de suerte que esta obre fílmica del relato de Morris West será con– siderada no sólo profética sino también íntegramente aceptable, cualquiera que sea su adoración y su credo. Técnicamente la obra ha sido juzgada por «New Yorkern como la película peor escrita, peor dirigida, peor fotografiada y peor lanzada del año. A otros muchos ha disgustado por diferentes razones: no hay sexo, no hay violencia. En estos tiempos audaces es muy improbable que alguien se cuide de la vida y escenas del Papa. También los hay que aceptan que es un filme trascendente, gracias a la creación de Antony Quinn, en su papel de papa; un prelado ruso y pri– sionero político que llega a Papa. La película es sentimental, pero no frágil; es humilde, pero no cruel; radiante con la majestad de la cortesía y amabilidad. 473
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