BCCCAP00000000000000000000550
posibilidades fascinadoras al cine. Un cuento prosaico como su «Tom Jorres» sirvió a Tony Richardson en 1962 para lograr un excelente entretenimiento por medio de la mezcla de las técnicas: cámara lenta, detención de la acción, sólo fotografías y efectos de películas silenciosas. En 1964 Richard Lester dio vida al relato de la vida de los Beatles, en «A Hard Day's Night» con artificios y trucos aprendidos en los anuncios comerciales de la televisión. El uso poético de la cámara la demostró también el graduado en comercialidad televisiva Claude Lelouche en su film que volvía a dignificar el silencio y la sobriedad de los movimien– tos y de las imágenes en su «A Man anda Woman» en 1966. Miquelangelo Antonioni usó la fantasía y la imaginación para su captación y expresión del mundo de hoy en su mencionado filme «Blow-Up». Stanley Domen mostró en «Two for the Road» que el factor tiempo puede usarse sin desorientar al público. Y Mike Nichols echó mano del humor y de la inspiración para describir la historia del cambio generacional en «The Graduate». Esta es otra de las notas del cine en su preocupación por enfrentarse a problemas morales y espirituales, que en el fondo son también culturales, y buscar para su interpretación, no famosas estrellas, sino gentes represen– tativas de la calle. Rostros lo menos familiares posible andan de orgía y zarabanda, en las películas de Federico Fellini. Para su «Satiricón» parece que pensó primero en Mae West, Danny Kaye y Terence Stamp, Groucho Marx como romanos decadentes. Pero prefiere que el público no identifique previamente a nadie por sus papeles anteriores. Por lo demás Fellini, como buen italiano, sigue pensando que hay mucha semejanza entre la Roma del tiempo de Nerón y los tiempos de ahora. Si no son muy parecidos él tiene el arte de hacer que se parezcan, y nos hace contemplar esa semejanza. Piensa: Entonces como ahora nos encontramos en una sociedad en la plenitud de su esplendor; pero con signos de ruptura y decaden– cia: una sociedad donde toda clase de fe, la religiosa, la filosófica, la moral y la sencillamente de relación con el prójimo se está derrumbando. En realidad Fellini, y todo el cine similar al suyo, nos está exponiendo los aspectos morales y espirituales de la situación más significativa del cine presente. Comentando su «Satiricón», trasciende su propia obra diciendo: Se presentan aventuras de una crueldad a veces insoportables para nosotros; más aún: obscenas de una manera tan integra y grandiosa que se tornan inocentes, y más allá de su ferocidad y erotismo replantean el mito de siempre: el hombre frente al misterio terrible, frente a la belleza y a la pasión de la vida. Al fin y al cabo ésta es actitud e interpretación humanística, moral y religiosa: actitud que el cine no ha abandonando nunca del todo y que siem- 465
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz