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espirituales y de caminos de salvación, se extrañaba: No sabía que el Pobre de Asís fuera santo. Soy californiano y leí en mis estudios de Colegio Universitario, que sus misioneros franciscanos cristianizaron y civilizaron California. Uno de ellos, Junípero Serra tiene estatua en el Capitolio de Washington. En el zócalo de mármol puede leerse: «Junípero Serra-California». Pensé que se apellidaba así. Una erudita profesora de Arte e Historia medievales, discurre variamente: A lo mejor San Francisco de Asís fue muy poco de lo que nos han dicho y reflejado de él escritores, biógrafos, pintores y poetas e incluso sus seguidores, siempre entusiastas y siempre divididos. Pero ahí está la grandeza del Santo: en haber disparado en torno a sí tantas luminarias. Francisco tuvo que ser algo diferente de lo que se nos viene diciendo; al menos, algo más profundo. Acabo de ver la película «Hermano Sol, Her– mana Luna». Me entusiasma San Francisco; pero me cuesta per– donarle y comprenderle en lo que hizo con Clara. Sacarla de su castillo, cortarle el pelo y encerrarla en San Damián, y, luego, no hacerle apenas caso. Las vidas franciscanas tienen siempre algo especialmente desconcertante. Me seduce su Evangelio ingenuo, gozoso y tranquilizante, como si fuera la norma más justa de vivirlo. San Francisco me transporta siempre a Jesús. ¡Si coin– cidieran en el tiempo, yendo y viniendo juntos! Pero habrá sido mejor de otra manera. En todo caso, Francisco tuvo y tiene el resorte del Evangelio, del aire y del bosque: es un sentido par– ticular de lo eterno en el tiempo, como el de un animal inmortal bíblico y como un espíritu ardiente y alegre. Conoce el mal, el pecado y el dolor, igual que la euforia del ruiseñor en la mañana. Para él nada es importante ni banal, todo merece un amor, un homenaje y un silencio. Y luego, pasar cantando y bendiciendo al hermano lobo y al Padrenuestro. San Francisco de Asís sigue peregrino en la sofisticada California. BRIZNAS DE CINE No se puede olvidar el logro del cine de haber documentado la rebelión juvenil: la presencia y acción reales de los jóvenes. Otra prueba de que ya no se estilan los astros individuales. La conmoción juvenil aparece en películas como «Fresas de la Amargura», «Al borde de su mundo» y la aparatosa y 461

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