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California ha sido conquistada por los españoles. Nunca hubo conquista igual. Una tierra mayor que las Islas Británcias se tomó pacíficamente por sesenta y cuatro soldados y un sacerdote resuelto. El Padre Serra estaba contento y escribió: Pienso que California está situada como un fragmento de Europa y donde no podría haber cosa más bella en todo el mun– do. Tiene grandes ventajas fundar ahí la más hermosa ciudad, con bahía notable y muy espaciosa, en la que se pueden construir astilleros, muelles y embarcaderos y cuanto se necesite. Siguieron a la de San Diego las demás Misiones, cuentas del rosario y corona franciscanos, viejas pueblas de indios e hispanos, nucleos ingenuos de grandiosas ciudades de hoy, diadema de cuanto hoy dicen al mundo el oeste y la radiación universal de California. Los Estados Unidos consideran a tales «Misiones)) santuarios nacionales, épicos y humildes como los adobes de que estan construidas y como el Evangelio y la devoción que allí sembraron. He aquí el santoral que siguió a San Diego: San Carlos de Monterrey, 16 de julio de 1770 San Antonio de Padua, 14 de julio de 1771 San Gabriel, 8 de septiembre de 1771 San Luis, Obispo, 1 de septiembre de 1772 San Francisco, «Dolores», 5 de octubre de 1776 San Juan Capistrano, I de noviembre de 1782 Santa Clara, 18 de enero de 1777 San Buenaventura, 31 de marzo de 1782 La ríada y el coro del santoral califoriano prosigue con las restantes mi– siones y ciudades donde los hermanos católicos de Junípero Serra levan– taron hitos de presencia nuevotestamentaria: Santa Catalina; Santa Ana; Los Angeles -Nuestra Señora de los Angeles-, La Porciúncula; Santa María; San Bernardino; Santa Bárbara; San Buenaventura; El Carmelo -donde yace el cuerpo de Fray Junípero, foco de piedades y peregrina– ciones religiosas y cívicas; Santa Cruz; La Merced; San José; San Mateo; San Rafael y Santa Rosa. Y todo ello, como círculo de infantil y cósmico franciscanismo en torno a la fantasía de Disneyland, y al anfiteatro abierto del Hollywood Bowl, de Los Angeles, concha musical para las «sinfonías bajo las estrellas» y las celebraciones de Pascua, y no lejos de las in– numerables y festivas rosas de Pasadena, ornato de procesiones y paradas. Se encuentran en la vida de Junípero Serra signos y anécdotas propios de la leyenda de oro y del realismo de los santos. Durante uno de sus penosos viajes, faltó el agua. Uno de los expedicionarios de pregunta: 455
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