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tribuye, como llevado por la mano de Dios, a realizar el plan divino en la historia. Según la fe cristiana, el acercamiento y la comunión entre los hom– bres es el fin primero de toda comunicación que tiene su origen y modelo supremo en el misterio de la eterna comunión divina del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que existen en una misma vida» (Ibid, 8). No es, pues, de extrañar que los teólogos, comentaristas de las ac– titudes doctrinales de la Iglesia, hagan resaltar en los medios de comunica– ción, con posibilidades de aplicación razonable, también el turismo, los aspectos teológicos de los instrumentos de la intercomunicación, valores que se encuentran «en su propia naturaleza y en su significado humano, in– cluso prescindiendo de su uso eclesiástico como instrumento para extender el Evangelio» (Emile Gabel). He aquí resumidos los tales aspectos teológicos: Primero: Carácter «Toda actividad que haga posible y facilite la comunicación entre los hombres, nos hace partícipes de la bondad de Dios, que ha destinado sus bienes a todos los hombres. Por tanto, la comunicación tiene un carácter cuasireligioso. Pío XII en su Encíclica «Miranda prorsus» dio la fundamentación: «Dios, sumo bien, difunde sin cesar los dones entre los hombres, a quienes rodea de especial solicitud y amor ... Con el deseo de volver a encontrar en el hombre el refle– jo de uss propias perfecciones, Dios lo ha hecho partícipe de su generosidad divina, llamándole a ser mensajero y dispensador de su obra entre sus her– manos y en al sociedad ... Desde este punto de vista, la exigencia misteriosa de la comunicación interhumana, tiene un fundamento teológico, y su carácter obligatorio pertenece al campo de la teología. Segundo: El orden providencial. «Los formidables medios de comuni– cación social y los medios más formidables aún que nos traerá el futuro en– tran dentro del plan de la providencia de Dios. Y no ocupan un puesto de segunda categoría, ni constituyen un mero recurso para casos de urgencia, sino que son signos y medios positivos de perfección». Tercero: Conciencia de unidad. «Por primera vez, los hombres ad– quieren conciencia no sólo de su mutua dependencia que cada vez es mayor, sino también de su extraordinaria unidad. Esto significa que la humanidad está cada vez en mejores condiciones de convertirse en el cuerpo místico de Cristo» (Pío XII, el 19 de marzo de 1958). Cuarto: Teología del tiempo libre. Otro aspecto teológico se refiere a su aplicación. Los medios de comunicación social son utilizados prin– cipalmente durante el tiempo libre. Pero el problema del «tiempo libre» es uno de los más serios que tiene planteados la sociedad moderna, tanto a nivel económico, como a nivel social, psicológico y cultural. De aquí la urgencia de una teología del tiempo libre, que debería ir paralela a la teología del trabajo. Quinto: El progreso de la cultura. «La obligación de formarse a sí mismo, de que se nos habla en «Gaudium et spes», bajo el significativo 446

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