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cierto clima de familiaridad se está creando. 7- La cuestión sigue siendo el amor, y en todo caso el de Dios será el triunfante. La «anécdota» humana persiste con todas sus peripecias. ALMA SAGRADA IRREVERSIBLE El Papa Paulo VI proclamó ante un grupo de sacerdotes: No temáis ante la crisis del sacerdocio. Puede ser providencial para una verdadera reforma de la concepción y el ejercicio del Sacerdocio. Hay muchas razones para dar por consecuente y serena esta construc– tiva afirmación del Papa. Las crisis producen malestar, inquietud e incer– tidumbres. Pero son imprescindibles para tomar conciencia, para plantear cualquier cuestión, para su diagnosis y para su solución acertada. El Papa se refería en esta cuestión una vez más al celibato. El celibato, por supuesto, es cuestión de fe y amor: de amor de mujer, desde luego, y de amor de Dios. De puro amor.Sobre este amor a Dios ha escrito el famoso sicólogo Eric Fromm, en su libro el Arte de Amar: En el sistema religioso predominante en Occidente, el amor a Dios es sencillamente lo mismo que fe en Dios, la existencia de Dios, la justicia de Dios, el amor de Dios. El amor a Dios es esencialmente una experiencia de la mente. En las religiones orientales y en el misticismo, el amor a Dios es una experiencia del profundo sentimiento de unidad, inseparablemente vin– culada con la expresión de este amor en todos los actos de la vida. Si hay alguna profesión de hombres en la que verifican estas dos posi– ciones simultáneas respecto al amor a Dios, el hombre que funge ese doble menester es el sacerdote, el ministro de Dios. Mental y experimentalmente, en pura y total fusión de su ser, el sacerdote es el hombre del amor a Dios. Su vocación y su profesión basculan en el fiel de este amor divino. Así lo confirman las interesantes y muy humanas autobiografías de 395

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