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ciendo a la tendencia secularista de ahora, valga esta observación sobre ac– titud católica cristiana en Estados Unidos, donde por razones compren– sibtes, lo secular y sus valores vienen ya de tradición protestante. No es tan despropósito hablar de cierto secularismo eclesíastico Ya antes del Concilio Vat. II, las concesiones de lo religioso, de lo católico a lo secular, habían comenzado y eran normales. En los Estados Unidos, donde hay gran confusión de espíritu e intelec– to, se ha apreciado una firme declinación en la religión sobrenatural y un pronunciado aumento en el simple cumplimiento oral de los conceptos religiosos o su reducción a las grandes ceremonias. Ninguna parte del mun– do es más secular, más verdaderamente humanista en sus intereses predominantes, que Estados Unidos. Esas tendencias se han extendido hasta el descanso dominical; los automóviles, los enormes diarios dominicales, el golf, el beisbol, la radio, el cine y el video han hecho enormes irrupciones para la diversión indiscriminada. Para conservar sus fieles, las iglesias misma se dedican cada vez más a las actividades filantrópicas y al evangelio social, es decir, dejan de preocuparse por las alegrías y castigos futuros del otro mundo para in– teresarse por las necesidades presentes de sus feligreses y de la humanidad en este mundo. La secularización moderna ha penetrado profundamente en las grandes organizaciones religiosas. En los círculos protestantes, la Asociación de Jóvenes Cristianos y la Asociación Cristiana Femenina han procurado llevar a la juventud por las sendas religiosas, proporcionándoles facilidades para la vida social, para obtener alojamiento, para la práctica de los deportes y para la educación profesional. Asimismo, la Iglesia Católica, que ha conservado con pocas avenencias su teología tradicional, ha cedido ante las presiones sociales instituyendo organizaciones con programas y propósitos laicos. AMERICANISMO RELIGIOSO INSTITUCIONAL El americanismo como connotación religiosa, entre otras muchas acep– ciones de la palabra, tiene relevancia especial, puesto que desde la pro– mulgación de sus libertades, entre las que se encuentra su independencia, la apelación a lo divino, es actitud filosófica y consigna de la vida íntegra de la ciudadanía norteamericana. El americanismo como norma y estilo en el campo religioso se instalaba oficialmente desde el mismo nacimiento de la nación. El valor y los riesgos de tales normas y mentalidad podrían siempre discutirse en virtud de la deliberada ambigüedad y polivalencia de las definiciones, y desde luego, mostraban voluntad de liberalismo y democracia, sin detrimento de una convicción racional y, desde luego, confesional en algún grado. Eran ya esos lemas y posturas sencillamente humanismo nuevo, por su primacía al hombre, a la persona humana, y, en cierto grado secularismo, 393

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