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y otro son secularizantes, mundanizantes, materialistas. En la sociedad yan– qui, el comunismo es exiguo, radical y práctico. El capitalismo es secularismo extenso, burgués y ambiguo. En el amplio abanico del secularismo en Estados Unidos cabria señalar una forma de deseuropización y desromanización de la vida yanqui, in– cluida la religiosa. Y no sólo en Estados Unidos, sino también en toda América. He aquí una sugerencia sumaria de estos dos procesos. Durante varios siglos ha edificado Europa a Estados Unidos de América. En el siglo presente Europa se ha reembolsado de USA el potencial de energías inver– tidas en forma de prestaciones a un alto interés. Así pues, hay que crear reservas de crédito, por ejemplo, en América Latina, que en virtud de los esfuerzos presentes, se encontrará en situación de apoyar, dentro de unos decenios la vacilante estructura del centralismo romano. La tensión hasta entonces se puede aliviar mediante un equilibrio entre cesiones e intran– sigencias lo bastante flexible para mantener despierta la esperanza en el cambio futuro y, a la vez, no poner en peligro lo existente. Uno de los defensores de esta orientación de la Curia decía en pocas palabras, al preguntarle qué consecuencias prácticas sacaba él de su teoría: Las rebeldías nacen por defecto o por exceso, ya espiritual, ya material. Cuando surgen por defecto, hay que crear abundancia. Cuando surgen por exceso, hay que suscitar deficiencia. El ex– ceso de sexualidad reinante en el mundo puede haber sido la razón de la encíclica «Humanae Vitae». SENTIDO DE LO SECULAR Después del Vaticano II se han incrementado la preocupación y el estudio por un legitimo, aunque prácticamente discutido y cuestionable secularismo, que entraña un reajuste progresivo entre lo profano y lo sacro, lo civil y lo eclesial o religioso, lo natural y lo sobrenatural, lo temporal y lo eterno. El hecho es que cristianismo y secularismo están ahí, coexisten frente a frente en al ciudad terrena. Hay interconexión, de la cual pueden resultar una religión y un cristianismo en concreto secularizados, en mayor o menor grado, sin que ello lleve consigo necesariamente un deterioro o c.testrucción, sino, una purificación -desmitificación- y una actualización más exacta, eficaz y profunda en las gentes de nuestro tiempo, esencialmente en la juventud. Esta en realidad se está formando ya en ambiente de desacralización y secularismo por un lado, y de valoración, sacralización y, en casos, nueva mitificación, de lo humano y de lo técnico sin prescindir de actitudes religiosas, que se le puede presentar a la nueva generación que ella acepta y defiende como más correctas y más reales para su edad y hábitos. El moví- 384
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