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de su existencia terrena y las servidumbres de su condición hasta su proyec– ción liberadora en su anécdota y biografía personales y su instalación y dinámica en su destino posible y amorosamente voluntario de gracia y de gloria trascendentes. De manera obvm, en este humanismo cristiano cuentan el discurrir, in– vestigar y exponer teorías y fórmulas parciales de entendimiento e incluso de utopías más o menos relevantes y válidas, determinado todo ello por los signos del tiempo y de la cultura, que radicalmente no se apartan de lo fun– damental y que, por consiguiente, tampoco pueden ser garantizarse en ex– clusiva. Tales pueden ser algunas ideas que como muestra vamos a resumir, muy conocidas en el mundo occidental cristiano y que resaltan en la panorámica de la realidad religiosa, con característica más dispares y a la vez menos controversiales, por la misma índole del vivir yanqui y de su humanismo. El profesor Kasemann, eminente figura de la resistencia antinazi, catedrático de Teología en Tubinga y autor de una monumental obra, «Comentarios a la Epístola a los romanos», de San Pablo, nos habla sobre Jesús: el acceso a los orígenes. Comienza por negar validez a !a historia para definir la figura de Jesús, pues la ciencia, cuando se ocupa de per– sonalidades, movimientos y procesos, rara vez llega más allá de pro– babilídes. Sin embargo, reconoció que la vida de Jesús es el eje de meditación de todo cristiano para llegar a saber quién es Cristo. Con respecto al Bautismo, el profesor Kasemann señaló que el presente está determinado por el futuro reino de Dios, que irrumpe a través de Juan. Este reino de Dios es una promesa ideal que no tiene realización histórica concreta inmediata, ni siquiera en los individuos. El mensaje pascual, en su esencia, es escatológico, pues al anunciar el fin del mundo, al mismo tiem– po, profetiza la resurrección de los muertos. Leonardo Boff, catedrático de Teología Sistemática en Petrópolis, Río de Janeiro, sobre el tema Cristo como liberador, sostiene que, con toda sinceridad, no hay una cristología neutra, ajena a los compromisos sociales. Para un verdadero cristiano, Cristo es el gran liberador, un revolucionario. En consecuencia, existe una cristología de la liberación que implica pensar y vivir la fe cristiana desde un contexto socio-histórico de dominación y opresión. Ante una situación de explotación y miseria, el cristiano siente in– dignación moral, y se refiere a la frase del filósofo francés Merleau Ponty: «Un hombre se hace revolucionario, no por la ciencia, sino por la in– dignación ética». Conviene distinguir entre ser neutral y ser neutro. Esto último es lo imposible. El profesor Boff se declaró partidario de la utopía de los oprimidos. La revolución cristiana no es la marxista, aunque existan coincidencias. El Cristo histórico debe predominar sobre el de la fe, pues anuncia el reino de Dios en la tierra, su mensaje de liberación. Este reino de Dios es una utopía que se realiza históricamente en un proceso que no tiene fin terrestre. En realidad, es una proyección ideal sobre el mundo. Por consiguiente, Cristo 374

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