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simplemente humana- no puede dejar de lado la peripecia histórica de Dios Hecho Hombre en Cristo: la Encarnación. El dogma cristiano de la En– carnación, ya sólo como idea, revelación y logos proclamados, es el hecho humanístico más penetrante y el más exacto y denso realismo de la plenitud del hombre. Como tema del arte y de la intimidad mística, sencillamente como vivencia y experiencia de una considerable parte de la humanidad, su presencia y acción son tan reales como los versos de San Juan de la Cruz, sus pasos en las arideces palestinas y en los escuetos cuadros del Evangelio de San Mateo. No importa que todo pueda y deba ser estética, además de dogma y vida. Cristo divino humano se realiza, se integra y se da en especies de cosas, en la Eucaristía. La Persona Divina, asumidora de la naturaleza humana, se deposita e incorpora, por modo de alimentos y amores. El Yo de Dios puede predicarse yo del hombre. A la vera de Cristo y de sus divinas y humanas incidencias, María su Madre, modesta y perfecta mujer «bendita entre todas», más que como eterno femenino, como caricia vital de encarnación, roce de carne a carne. ¿Demasiado humano? Radicalmente humano. Todo Jo cual, si en verdad rebasa de modo sorprendente humanidades convencionales, no deja por ello de encuadrarse en las perspectivas del Hijo del Hombre, del Evangelio. Una de las causas de la voga de JESUS en las juventudes recientes es el realismo y la domesticidad, callejera y andariega de la figura de Cristo, estilizadamente evangélico en sus presentaciones a través de los Medios de Comunicación Social, Periodismo, Cine, Radio, Televisión, Teatro, Turismo, Deportes y Cancioneros. Así venimos a encontrarnos, precisamente por el camino de Cristo y de los Medios de Comunicación Social con el humanismo presente que nos acosa con verdores y fervor de adolescencia y juventud, en los diversos movimientos de Jesús. CRITO, UNO Y UNICO Los hechos, las palabras y la figura de Jesús son el centro de la especulación teológica. El Verbo es Persona Dios. La aparición de Cristo confirma que Dios se manifiesta en un determinado ser humano. Es la en– carnación hecho singular. Recordemos las aseveraciones de la primera encíclica de Juan Pablo II (1979), tan providencialmente oportuna para reafirmas y renovar la posición del humanismo cristiano en la actual floración de humanidades en Estados Unidos. 372 -El Redentor del hombre, Jesucrito, es el centro del cosmos y de la historia. -El afio dos mil que se acerca «nos hará recordar y renovar de manera particular la conciencia de la verdad-clave de la fe, ex– presada por San Juan al principio de su Evangelio: «Y el Verbo

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