BCCCAP00000000000000000000550

ciudades americanas, no solo en los campos y recintos universitarios, sino también en las criptas de las iglesias, en los conventos, los colegios y casas particulares. Son gente normal, saludable, manifiestan aplomo, armonía y bondad y bastantes de ellos y ellas, sin dejar oficios y profesiones, se ocupan en obra sociales y empresas de oración y apostolado de la Iglesia Católica. Tan como el cristianismo, esta modalidad espiritualista actual comenzó en Pittsburgh, Pennsylvania, en el otoño de 1966, como una chispa de luminoso testimonio de que Dios está vivo, de que Jesús, su Hijo Divino, vive, camina, habla y concurre entre nosotros; es verdadero en sus promesas, es en toda su realidad Enmanuel: Dios con nosotros. Desde el principio el movimiento pentecostalista católico tuvo cone– xión con los Cursillos de Cristiandad, con los que evidentemente guarda alguna afinidad. En la Convención Nacional de Cursillistas norteamericanos, agosto de 1966, se dio a conocer un libro clave para este movimiento: The Cross and the Switch-blade, «La cruz y el filo de la nava– ja», que relata las aventuras espirituales de David Wilkerson, según la edición y escritos de John Sherril!. Wilkerson trabajó con fruto en el am– biente de drogadictos y pistoleros de Nueva York. La última parte del libro trata del Espíritu Santo, del «bautismo en e! Espíritu». Tiene especial relación con la Biblia, particularmente con el Evangelio de San Lucas y los Hechos. Han tomado como inspiración «la secuencia de Oro» de la Fiesta de Pentecostés»: Ven, Espíritu divino, manda un rayo de tu lumbre desde el cielo. Luz santísima, penetra en las almas de los fieles hasta el fondo. Mira el vacío del hombre, si Tú le faltas dentro. Este movimiento aspira a actualizar los Dones del Espíritu Santo, tal como se contienen en los Catecismos, y, a la vez, ha resultado even– tualmente de las actuales tendencias ecumenistas y de convivencias ex– perimentales. Su doctrina quiere ser bíblica, tradicional, antigua, católica y renovada. No se pretende remplazar ningún Sacramento, Bautismo o Con– firmación. Su «imposición de las manos)), que acompaña al bautizo en el Espíritu Santo no es un rito sacramental nuevo. Es un gesto fraternal de in– terés y de amor, signo visible de la incorporación humana, tan necesaria para toda experiencia religiosa plena. Hombres y mujeres, clérigos y laicos que reciben este gesto visible son gentes católicas de toda condición y nivel. Coinciden en el deseo de ser buenos católicos y progresar en el amor a Cristo, en el interés amigable por las otras confesiones, en la renovación constructiva de la Iglesia y en la par– ticipación de los problemas y soluciones de la comunidad de que forman parte. Ponen especial atención en las tendencias que representa lo tradi– cional auténtico en el Catolicismo contemporáneo. Pueden encontrarse en polos distantes y diferentes en política: en el centro, en el extremo derecha 356

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz