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Como un pastor o rey, israelita y cristiano, me acerco a tu Portal tan divino y humano, y te ofrezco los llantos y las mil alegrías de la Historia Sagrada de tus eternos días. Pueblo de Dios, el hombre; y el orbe, Tierra Santa; y la Iglesia Total, tu corona y tu planta. (De «Aleluya Con– ciliar») Fr. Begoña EL ESPIRITUSANTO EN LA UNIVERSIDAD En un departmento del edificio administrativo de una célebre univer– sidad católica norteamericana, la de N6tre Dame, están reunidos muchachos y muchachas universitarios, miembros de las facultades, unos pocos sacerdotes y monjas, y unos cuantos laicos de la ciudad, no pertene– cientes al ambiente intelectual, pero sí a diversas profesiones y trabajos. En total, unas setenta personas. Afirman que Cristo está presente en su reunión, y que el Espíritu Santo actúa allí y en ellos promoviéndolos y hablando por medio de ellos. Es decir: reviven el don de hablar en lenguas, la glosolalia, y otros dones y gracias, como el de echar los espifitus malos del alma y del cuerpo, como en al iglesia primitiva. Una joven habla de cómo un compañero de estudios la ha introducido al encuentro con Cristo. Rodeado de quienes le quieren escuchar, un señor profesor relata cómo su hermana, una semana antes, se ha curado de un mal de la espalda, cuando un grupo orante suplicaba a Jesús que se in– teresara por ella. Una religiosa, clarisa, que va y viene con vivacidad desacostumbrada, testifica de sí misma haber estado deshauciada totalmente por los médicos a causa de un tumor en el pulmón y que en una de estas reuniones de oración comunitaria recibió la salud. Otra mujer joven anuncia un mensaje especial de Dios, y habla en primera persona. Se perciben sonidos en lenguas desconocidas. Si algún curioso entra y pregunta qué ocurre, se le dice alegremente: Estamos orando en diferentes lenguas que no hemos aprendido nunca. Pero que el Espíritu Santo nos da e interpretamos según sus otros dones. Parece una incongruencia que este movimiento Pentecostalista, que históricamente, en tiempos modernos, se considera asociado a determinada clase, no muy abundante, del Protestantismo, haya brotado en una univer– sidad católica, iluminada y enfervorizada por la luz renovada del Concilio Vaticano II. De éste proviene su movimiento. Esto ocurre regularmente, en grupos minoritarios, en docenas de 355

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