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negra de Birmingham, igual que los demás negros de este país, deben continuar influenciando, aguijoneando, orando y urgien– do en favor de la igualdad y de la hermandad hasta que la estatua de Vulcano que señorea sobre la ciudad no represente el dominio de las piedras lanzadas y las armas esgrimidas, sino que desde su altura simbolice lo que los vecinos de Birmingham están haciendo juntos para amarse y ayudarse en el trabajo, en las em– presas comunes, en la generosidad y en el caminar humilde en la presencia de su Dios. No se refiere y apela solo a una piedad religiosa. Es la constatación de un hecho en la historia de las reivindicaciones minoritarias particularmente las negras, que siguen ocurriendo en este país y tuvieron y tienen su origen en los recintos y santuarios de las iglesias. Reuniones, concentraciones, ideologías, demostraciones para enfrentarse en las calles o dirigirse a los tribunales y autoridades o simplemente para dar fe de sí mismos, suelen salir de las iglesias mientras se cantan los himnos «soul» de la cristiandad negra, impregnados de salmos bíblicos. Cuando el líder Stokely Carmichael alardeaba de que la comunidad negra era el único sitio en América donde cada uno se une al prójimo como hermano a hermano, apuntaba a la herencia de la comunidad negra derivada de la tradición comunitaria de la Reformación Radical. Los grupos católicos muestran esta misma actitud con piedad más incisiva. Nada más entrar en cualquier iglesia católica negra, se respira un aire, casi aleteo, que inspira y estremece. Además de la tremenda fraternidad del color y de los avatares y reivindicaciones enamoradas y feroces a ratos, es el palpar la evidencia de un sentimiento unitario sublime y envidiable para los blancos, que lo ignoran. ESPLENDOR DE NEGRITUD El tema racial que solo ocasionalmente se había tratado en el cine americano hast 1960, se fue imponiendo en los años siguientes. No fue la única causa la culminación de la crisis racial, ni tampoco la feliz conquista de la igualdad de derechos civiles. Los productores se apercibieron del cúmulo de argumentos, de bellezas y de interés que a la realidad nacional ofrecían la historia, el drama, el desarrollo y el valor ciudadano de las gentes de color y comprobaron la capacidad de los artistas negros como in– térpretes del estilo, del folclore y del alma norteamericana, y por con– siguiente, aceptaron y sublimaron las nuevas dimensiones de gloria espec– tacular de sus conciudadanos. Por supuestos la temática surgía espontánea de las situaciones conflic– tivas y dramáticas de la vidad inmediata. Pero también, de la con– templación y del presentimiento de una honda fuente de inspiración. 347

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