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Ahora te toca el CLAVEL que se atreve hasta tu pelo ¡Ojalá te huela a cielo como el bíblico vergel! Delante de tí se inclina el angel de anunciación y te rinde el frágil don de la AZUCENA divina. Recibe flor de blancura y de eucarístico olor: la GARDENIA, y que el Señor cante tu santa ternura. En fin, que Dios, al balcón, sueñe la flor indecible, y nos la muestre visible sobre tu buen corazón. En la amable literatura del Día de la Madre encanta revivir frases, pen– samientos, deseos: cosas que se rinden al amor y gloria de cada madre. He aquí algunos ejemplos. -Que éste, tu día, se adorne con una sorpresa perfecta de carmo, de alegría, de preciosidad o de recuerdo muy significativo para ti, madre buena entre las buenas. -Que veas el mundo que te rodea lleno de seres queridos y luminosos, y, junto a ellos, nuestro homenaje. -A ti que has procurado siempre lo más importante y delicado para tus hijos, ofrecemos el cariño más agradecido, y este obse– quio. -Puesto que tu naturaleza, querida madre, es amor, amor te devolvemos. Pero entre estos regalos de reconocido valor, será divinamente her– moso colocar el nombre de cada una de ellas -de las madres- en la ofren– da dominical, para que esos hombres amados, al lado de la Eucaristía, sean recordados expresamente durante las Misas del novenario en el altar, Tal es la costumbre americana. Entre las hojas de su diario, aquella madre guardaba pétalos de esas flores tan acertadamente llamadas «pensamientos». A la vez transcribía allí 319

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