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sublima y mejora los valores y la gracia de su vida presente. Ello no les im– pide gozar los bienes del deber y del amor cumplidos. Porque no se trata de Romeo y Julieta, los eternos enamorados, y encantadores adolescentes, sino de otros protagonistas más adheridos a la realidad, como son Juan y María. Además Juan y María puede ser que ya se estén acercando a la dorada madurez juvenil de su matrimonio. Y van a celebrar un acto suscrito nada menos que por la Archidiócesis de Miami. En él habrá «buffet», orquesta y primer «highball». Será un sábado -día siempre propicio a los enamorados- y, al día siguiente, San Valentín. Creo que algún otro año la invitación era más «movida». Consistía en unas «aleluyas» en las que se decía, poco más o menos: -«Venga al baile de Juan y María que habrá en Hialeah hasta que rompa el día». (Pronúnciese bien «Jaialía», para que resulte la consonancia). Sin pretender competir con tan «sabroso comercial», dediquemos a Juan y María esta bendición de San Valentín: ¡Felicidades, Juan y María! De amor sonríe San Valentín. El lo ve todo: vuestra alegría -y vuestras penas- de amor, al fin. Es cruz la vida, y es ilusión: es gozo y gracia de Eucaristía. Por eso el Santo hoy os envía la primavera y su corzaón. Esto es un rincón latino en el colosal bosque norteamericano rebosante de corazones, flechas, dulces y remembranzas y de perennes «historias de amor» que se viven por los casados y los demás enamorados en todo el mun– do. La «San Valentín» llama a todos los corazones. Pero aquí en USA «amor», en cualquiera de sus edades, tienen estas características aparentes propias: cierta candidez adolescente y una irracionalidad inesperada en más dramas que melodramas, siempre bajo el patrocinio de su San Valentín. 310 Probablemente el San Valentin, sacerdote mártir, romano, tiene hastantes interrogantes acerca de su existencia y connotaciones. Lo que sí parece cierto es que desde la Edad Media fue con– siderado como el Santo Paron de los enamorados y su celebración pudo coincidir con los viejos ritos paganos en torno al amor, por esas fechas del 14 de febrero. La «saintvalentine» yanqui compite en felicitaciones, dulces, joyas, regalos comer– cialidad, y poesía rosa e inspiracional con las otras grandes
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