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primer año de este siglo, 1901. Tenía entonces 17 años y era ya cadete del Ejército, al que se ofreció para postular. Pocos le hacían caso. Los donativos escaseaban. Alguien le sugirió un bastoncito para golpear el suelo. No resultó. «Y ¿por qué no una campanilla?», se dijo. Dicho y hecho. Entró en una tienda de baratillo y adquirió una campanilla por diez céntimos. Hasta sus 92 años ha practicado en todas las Navidades el rito del «cascabeleo» por las calles. Así empezó el uso de las huchas de Navidad para recolectar fondos y alimentar a los necesitados en este tiempo. En el año 1976, como miembro del Ejército ha vuelto a colocarse con su cam– panilla y su hucha junto al Ferry Building de San Francisco donde por primera vez en 1891 las autoridades de la ciudad permitieron hacer colectas de esta índole. La señora Devine es viuda, vive sola en Burlingame, su marido murió en 1929, tiene dos hijos, una hija, doce nietos y diecisiete biznietos. Desde sus quince años ingresó en el Ejército de Salvación, de Pittsburg, sometién– dose a entrenamiento por un año en Nueva York antes de ser asignada en diferentes épocas a Ohio, Colorado, Kentucky y California. Llegó a San Francisco en 1909 cuando «el camorrista, pecador y bárbaro distrito de la Costa estaba en todo su auge». Recuerda la señora Devine: Salía a las nueve y media de la mañana para cumplir mi oficio en la calle hasta la media noche. A esas horas no quedaban por allí más que borrachos y soldados a quienes se reclamaba por lo mismo. Todos los saloons estaban llenos de chicas, si quiere usted llamarlas así. Eran los días de «las gotas» que dejaban a uno fuera de combate: gotas en el trago de bebida que le echaban a uno para dormirle y entonces limpiarle la cartera. Luego le señalaban una hombrera con tiza para que otra muchacha no perdiera el tiempo con él. Y termina la nonagenaria Amelia su posición en el presente: «El tema de ahora en este país es la droga. Lo que necesitamos es una buena dosis de retorno a la religión de los buenos viejos tiempos». Es digno de comprobar cómo Estados Unidos, que tan joven se sabe, añora los tiempos cristianos de su apenas adolescente independencia. NA V/DAD: ENSUEÑO AMERICANO Por los tiempos de Navidad, más todavía que la campanilla del Ejército 280
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