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tres nietos y escuchar su cantarina voz diciendo: «Te quiero abuela». Gracias por mis amigos, mis colaboradores, mis chicos de la escuela que me envían tarjetas. Y, por supuesto, finalmente gracias, Dios mío, por la enfermedad que me has enviado este año. Porque si no me la hubieras dado, no hubiera yo tenido tanto tiempo para contar los beneficos que me has concedido y poder valorarlos con afec– to. Después de la Comunión, Katherine Manser, hija de la poetisa a que nos referimos cantó como le gustaba a su madre, cancerosa anónima. Junto a este cuerpo femenino y anciano, que se consume mientras su espíritu juvenil y eterno se trasfigura, es armonioso recodar la Acción de Gracias por la cosecha y los elementos que recitan los indios soux cristianos de Sioux Falls: Oh, Dios fuente y dador de todas las cosas, tú manifiestas tu ma– jestad, poder y bondad hacia nosotros en esta tierra: te rendimos honor y gloria. Te damos gracias por el sol y la lluvia, por los variados frutos de nuestros campos, por el aumento de nuestros hatos y rebaños. Estamos agradecidos por el enriquecimiento de nuestras almas con tu gracia divina. Estamos agradecidos por el enriquecimiento de la divina gracia en nuestras almas. Supremo Señor de las cosechas, aceptanos benignamente y los frutos de nuestro trabajo en unión con Jesús, hijo tuyo, como expiación por nuestros pecados, por el desarrollo de tu Iglesia, por la paz y el amor en nuestros hogares y por la salvación de todos. Hacemos esta oración por Cristo nuestro Señor. Amén. MAS ALLA DEL PAVO Es costumbre reconstruir la procesión de los indios y de los «padres peregrinos)) con sus atuendos y plegarias en el ambiente del 1621, cuando dieron principio a la «early América)). Las fantásticas e inigualables paradas y desfiles que policroman las ciudades de todo el país, «de norte a sur y de costa a costa)), crean milagros, encanto y reviviscencias cinematográficos. Los indios y los que se camuflan de ellos plasman y dramatizan la convivencia y la fraternidad en el sueño y en la imaginación, con igualdad de oportunidades para todos ante la ley y los ojos de los niños. El Thanksgiven, sin desprenderse de su aliento antiguo de cerca de más de tres siglos, se lanza hoy a los escaparates, espacios y planetas, pro– misoriamente pisados ya por pies y ruedas de nuestra civilización. Los astronautas lo han puesto en práctica también durante alguna de sus mi- 276

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