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Isaac y Jacob, Tú eres el Padre del judío y del cristiano y de toda criatura. En esta celebración .... de ..... reafirmamos nuestra fe y gratitud, nuestro respeto por la fe y convicción de nuestros amigos y vecinos judíos. Haz que nuestras plegarias nos lleve a la apertura de corazón y mente que ven tu voluntad en este esfuerzo común por la paz y la justicia que viene durando o perseverando desde la edad de los patriarcas y profetas. Bendito eres Tu Dios de nuestros padres, Tu, Señor, Dios de nuestros padres, por tu bondad tenemos fe y amistad, generosos bienes tuyos para inspirar nuestra vida de comunidad. Son medios para vivir como tu pueblo escogido y para servirte y servir a nuestros hermanos y hermanas en el amor. Cop. by J. S. Paluch Com– pany. Inc. Pastoral Paterns. En aquel primer invierno los Peregrinos habían luchado ardúamente en la tierra nueva y dependieron con frecuencia de la buena voluntad y ayuda práctica de los americanos nativos. Así ahora los miembros y participantes de la comunidad yanqui consideran que todos, ellos mismos dependen de la voluntad de otros. Sería ingenuo pensar que ahora, por ejemplo, la propen– sión internacional hacia la paz y la reducción de armamentos es sólo el resultado de la buena voluntad y de los delicados y espirituales sentimientos de unos y otros. La auténtica acción de gracias es mucho más profunda que la beatitud floreada y melodiosa que la reunión de familias, amigos y a veces invitados extraños, en torno a su mesa ritual del pavo. He aquí la in– negable simplicidad de un niño del primer grado elemental que ha hecho una pintada en la pared: --Gracias, Dios, por mi, por mi papá y mi mamá, por mi perro y por la comida. Los mayores también agradecen lo suyo. Como esta anciana: -Te doy gracias, oh Dios, porque me permites levantarme cada mañana con la felicidad en mi corazón. -Te doy gracias por los cielos azules, las flores, los pájaros de mi jardín y por los tomates de mi huertecito, y porque me per– mites oler, escuchar las lluvias del suave verano. Te doy gracias por el amable cuidado que estoy recibiendo de mi hija. ¡Gracias por habérmela dado! Gracias por St. Judas, San José y Santa Teresa. Gracias a tí por mis médicos, por la quimicoterapia y por todas las medicinas modernas. Gracias por mi marido y por mis hijos que ciudan de mí y por la enfermera que me cuida en mi larga enfermedad. Gracias porque me permites conocer y compartir el amor de mis 275

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