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«thanksgiven» de inmigrantes: Aunque el corazón no olvida de aquella tierra el amor donde Tú nos diste vida, TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR. En tierra extraña y querida -flor de cruz y de alegría- en nuestro agradecimiento y en el brindis de este día, van cariño y pensamiento cerca y lejos, Patria mía. El tremendo bandoneón argentino resuena como un órgano religioso entre la concurrencia. En torno a otras mesas, ramilletes de naciones com– parten diversión, añoranza y recientes ciudadanías y residencias en Estados Unidos: Venezuela, España, Ukrania, Méjico, Irlanda, Grecia, Puerto Rico, gentes de Tonkín, Japón, Filipinas, Sicilianos, Bretones, Polonia, Vascos y Samoa -que acaba de hacerse estrella yanqui- exaltan sus regiones, y liban la savia y acaso la sangre yanqui de la Unión. Se vive así un acto planetario, relativamente recogido y unánime, en el que la tradición y la fantasía, la fe y la gratitud amistosa, y la mesa estimulante brindan bendi– ciones americanas. ORACIONES Los primeros asentadores que celebraron por primera vez el día de Ac– ción de Gracias en la fría y rocosa costa de Massachusetts se conformaron probablemente con tener algo que comer y vivir en paz y compartir el pais con aquellos indígenas que lo venían ocupando mucho antes que ellos arri– baran. Después del 1621, cuando el gobernador Bradford, de la colonia de Plymouth señaló el día de alabanza y oración pública por las primeras cosechas, la costumbre se extendió por los demás dominios ingleses. Esta fiesta americana, fundamentalmente religiosa, se convirtió en costumbre nacional. Para los católicos, la Eucaristía es su diaria acción de gracias. Era obvia su incorporación a esta otra plegaria de gratitud del país y sus habitantes, de suerte que se ha convertido en universal y también de ex– piación, a modo como los hebreos celebran su Roah Hashanah, el 13 de sep– tiembre, el Yom Kippur, día de la expiación el 22 de septiembre, y su Hanukka, fiesta de las luces el 5 de diciembre con estos sentimientos, que las demás religiones, ortodoxa y protestantes aceptan. He aquí sus senti– mientos: Bendito el nombre del Señor ahora y siempre. Dios de Abraham, 274

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