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vamos a mantener a Cristo retorciéndose en la cruz? De lo patético se pasa a lo social y a su promoción, tan propio de los recitales musicales últimos, que se comienzan a considerar ingenuos y rebasados: Gracias a San Mateo, que asistió a los mítines masivos de Palestina, conocemos en favor de quienes hablaba. El camarada Jesús estaba en nuestro suelo, sabía qué terreno pisaba. Oh, no le prohibáis ningún local. El camarada Jesús ha pagado sus deudas. Cualquier otro pudiera ser excluido. El camarada Jesús tiene carnet rojo ... (Referencia al poema de Sarah N. Cleghorns, Comrade Jesus) Edna Milay es un ejemplo de la contemplación escueta del evangelio: Por esto tu madre sudó en invierno; por esto tú sangraste en el árbol cruel. Menos que el viento son para nostros las palabras que dijiste al morir por salvarnos ... Es observación válida que abundan los «fieles» americanos que no han resistido dudas religiosas. Más bien son pocos los que se libran de ellas en el campo de la intelectualidad y las letras. Uno de éstos, Vache Lindsay, poeta no laureado, plasmó los vaivenes de su fe en poemas evangelísticos tales como General William Booth Enter into Heaven, The Illinois Village, The Unperdonable Sin y Heart of God. De este último son estos rasgos: Corazón, amado corazón de Dios, delante de ti me arrodillo, corazón de fe. ¡Oh corazón no mio! donde Dios ha puesto su sello. Corazón de Dios, indomable y atronador corazón de Dios, hé aquí que vuelvo de mi duda, y mis pies locos marchan al sonido del tambor de los profetas. El valor discutido del cristianismo yanqui, que ocurre en muchas de sus mentes sensitivas, es el «excepticismo reverencial,» «cuyos corazones en– traron en la iglesia, dejando fuera sus cerebros.» Es actitud no ex– clusivamente americana. Lo distintivo consiste en esa su reverencia. 24

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