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Rusia. Y se pensaba: Rusia no necesita la guerra nuclear, que la aniquilaría; le bastan sus pequeños triunfos en cuestiones secundarias para progresar hasta la victoria. América necesita triunfar en pequeños conflic– tos si quiere salvar el mundo libre. Y menciona cinco elementos de una de la mínimas acciones con éxito: Un sacerdote católico, un coronel de aviación que tocaba la armónica, un ingeniero, un comandante de Texas feo y su mu– jer, y un sencillo ciudadano fabricante de leche en polvo. Esos hombres no son románticos ni sentimentales, tienen los pies sobre la tierra y saben «que nuestra política extranjera resultará en la medida que sea humana y razonable. En la medida en que sea imperialista y grandiosa, fracasará». Si algo pudiera competir en el espíritu americano con su veneración a la independencia de su famosa Declaración, sería su convicción y búsqueda de la autodependencia. Es otro de sus sueños, tales como suelen manifestarse sus ideales y aspiraciones. Por supuesto, este sueño de la propia dependen– cia, ser dueño de sí mismo, poseerse y manifestarse con autosuficiencia y libertad dan por supuesta y suponen la base de la libertad e independencia de su país e instituciones. Erich Sloane, autor de «The Spirit of '76» nos refiere este su «sueño» y nos describe parte de esa autodependencia a que aspira hoy, como buen americano: Una noche en que estaba yo medio adormilado después de leer una vez más la Declaración de Independencia, me quedé divagando en cómo me hubiera gustado esr.ar entre los que la fir– maron. De repente estuve allí. Con una pluma de ave estaba yo escribiendo las solemnes palabras. «Cuando en el curso de los acontecimientos humanos ... » Del resto ya no me acuerdo. Pero sí se me quedó grabado el título diferente: Declaración de Autodependencia. Tal como ahora sigo pensando sobre mi sueño, el título cobraba mayor sentido. La proclamación de 1776 se refería mucho a la América revolucionista y aparece tan llena de referencia a la América revolucionista como carente del sabor de afirmaciones y proposiciones o requerimientos personales. Ahora, dos siglos después, la población y el gobierno han resultado tan vastos y complicados que la voz personal del individuo es vaga, desvanecida, débil y menos oída. Quizás se esté requiriendo una 241
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