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con un presidente popular y brillante y una inflación tímida, el rostro de Estados Unidos era satisfactorio para el 64 por ciento de su población. Hace tres años, luego de haber soportado el asesinato de Kennedy, lo peor de la guerra y estando en su comienzo la economía inconfortable, el americano y su familia no eran tan optimistas. El 54 por ciento se sentían contentos mirando el futuro. El caso Watergate, que no ha terminado todavía, la con– ducta acre, las versiones que de sí mismo reciben a lo ancho del mundo, la evidente puesta en juicio y el desfallecimiento confuso de su hegemonía frente a otras potencias, la apelación interior al patriotismo, al orgullo, al coraje, la aceptación objetiva y a la fuerza moderada de una conciencia na– cional que se contrae, hacen titubear a la mitad de los americanos de hoy. Las vivas quejas de las gentes de la calle, hablaban de sus desilusiones. Un retirado, negro de Filadelfia, deploraba: ¡Un vicepresidente y un presidente que renuncian a su puesto para no ir a la cárcel! El país ofrece el peor aspecto que he cono– cido. Cuando un gobierno usa munición contra los muchachos, hay algo que no va bien. Dificilmente se puede tener confianza en el gobierno y en los políticos. La cosa empezó con el asesinato de Kennedy y ha llegado a su colmo con el Watergate. Una maestra preguntaba candorosamente: ¿Cómo puedo enseñar a mis alumnos y alumnas honradez y buenas maneras si el Presidente de la nación anda empapelado por la justicia y dice palabrotas? La inmoralidad acelera y deteriora el proceso del hombre. La sique americana va más allá. Según el Centro para Estudios Políticos, la juventud tiende a hacerse mas «cynical» al crecer. Un estudiante negro. «Es algo co– nocido históricamente que cuando se tiene el espíritu íntegro, todo se vitali– za y mueve, la nación rueda bien. El espíritu de este país se efumó. Es una pena. Pero amo a mi país. No quisiera vivir en ningún otro.» En ocasiones así, hay un girar hacia la desconfianza y el cinismo. Sin embargo, el optimismo básico norteamericano y su perseverancia «están aún con nosotros». Un conductor de autobuses en el norte de Virginia hacia esta comparación muy de hoy: Vivir en América es como el sexo. Aún cuando es malo, es todavía «pretty good», «muy bueno». Apenas dejados atrás sus dos siglos, Estados Unidos se ha puesto a planificar y realizar el tercero. Si no se pudiera afirmar de este pueblo que es el más optimista, hay que reconocer que tiene motivos suficientes para ello y que da muestras de ser la gente más soñadora y organizadora del futuro. En juguetería, cine, técnica, empresas científicas e ingeniosas, toda U.S.A. es Edison, Julio Veme y brujo maestro. 237
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