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planeta fluctuó, las predicciones de la era postindustrial y el paraiso del bienestar y del ocio se condicionan de nuevo y se relegan para un futuro in– cierto. De hecho, nación y liderazgos aparecían lo mismo que veinte años atrás. Y esto es lo que propugnaban algunos que debía de cambiar en 1976, porque los gobernantes se mostraban impertérritos en sus posiciones y men– talidades. Esto pensaban los impacientes. Pero esa insistencia en los cambios y sobre los cambios, por parte de la institución presidencial en sus notas con– stitucionales y tradicionales, es la que hace posibles y estimulantes las in– quietudes renovadoras que por otro lado regulan la marcha del país hacia los siglos nuevos y seguros, con la conciencia de una persuasión de primacía y perseverancia. Hay otra actitud más de actualidad, de ahora mismo en que Estados Unidos parece sufrir por su lado más nervioso: el económico y el con– sumista. Se echa la culpa a aquello mismo que es su fuerza más inaprensible y nunca desalentada. Se dice que: Norteamerica, nuestro país, sufre primariamente, no por sus vicios y debilidades, sino por sus ilusiones. Y es de estas «ilusiones», de donde le pueden venir los remedios, ya que siempre su ilusión se ha emparejado con el tesón y la práctica, que unidos, les dan el resultado que consideran su destino y su bendición. Las comparaciones se han hecho entre los dos presidentes: Truman y Ford, ambos nacieron en el Medio Oeste; llegan a la presidencia por vacante prematura de ésta; tras larga experiencia en el Congreso, rodeados de su respectivo partido, cada uno llega al oficio como un político práctico y no como ideólogos teorizantes. Ni Truman ni Ford se sintieron a gusto con abstracciones. Por eso mismo quizás estén más cerca de la serenidad de su pueblo; las efigies de uno y otro aparecen en sus respectivas medallas con el «In God we trust» y «E pluribus unum». Ni uno ni otro, eran demasiado ricos; sus notas, modestia, sentido común y confianza en sí mismos. Hay que entender lo que por modestia entienden los yanquis, cuyo concepto difícilmente se puede aplicar a Truman. Son abiertos, gregarios y muy ligados a la familia; de suerte que formaban los dos lados de la moneda. De momento pareció inadecuado para renovar el pulso de Estados Unidos un veterano jugador de fútbol a la americana, dicho sea con todo respeto al deporte. Si se puede dudar que haya habido fénix, es mas incierto que haya que aventar cenizas. DELICADO SINTOMA DE ASPERA CRISIS A principios de 74, cuando se inauguró crisis energética de la gasolina, se ofreció en los Estados Unidos un espectáculo nunca visto en los últimos 233

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