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y tiempo de tragedia. Hubo quienes me amaron y muchos que murieron por mí. Otros me descuidaron o abusaron de mí. No todos me han aceptado; aún así nadie me ignoraría. Miro al futuro con humildad y orgullo. Esta tierra, mi hogar, ha sido bendecida con abundancia, amplia y rica en sus recursos. Abunda en lagos y ríos, montañas boscosas y valles, en la majestad de sus planicies y barrancas, dotada de divina beneficencia, cada paisaje es tesoro inapreciable. Como legados en fianza, obligan al cuidado y a la protección. Mientras la belleza palidece con el abandono y los dones se desgastan con el abuso, el patrimonio perdido raramente se recupera. La obligación de hoy es el derecho de la posteridad. Es el presente el que engendra el futuro. Por mi parte ante este desafío del futuro, yo y la tierra donde he nacido, nos comprometemos a proveer un santuario de esperanza. un pilar de fuerza y una roca de seguridad para las aspiraciones de libertad y humana dignidad. Mi espíritu y mi herencia son vuestros. Dejadme vivir - en vuestro corazón, en vuestra mente, en la diaria búsqueda de vuestra felicidad. Dadme en vuestra vida, la vida y la vitalidad que es, en justo derecho una parte de la Declaración de Independencia. FENIX SIN CENIZAS En 1974, antesala del U.S.A. 200, como se siglaba el Bicentenario, el espíritu nacional tuvo un sobresalto, con ocasión de la primera crisis energética del petróleo. Pero no fué más que la gota de gasolina que puso en combustión el desasosiego universal por una escalada de múltiples 231
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