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revelar el velo de la Humanidad de Cristo para dar a conocer la Divinidad; el velo del pan para revelar la Eucaristía; y el velo del pobre para ver a Cristo. «Para mí -decía Fulton- esto es todo un Congreso eucarístico. Los anteriores congresos se han preocupado únicamente de los dos velos anteriores». El pensamiento católico de Estados Unidos, a propósito del Congreso, consideraba sus circunstancias nacionales. Pero sus reflexiones son aplicables a toda la comunidad católica en cualquier parte. Nosotros a veces pensamos que las Caridades Católicas y las Ayudas de los Obispos son ayudas piadosas. No lo son; son el otro lado de la Eucaristía. Así como hay divorcio para el matrimonio, tenemos divorcio en la Eucaristía. Separamos la necesidad de alimentar al pobre de la necesidad de alimentar a nuestras almas. Separamos lo inseparable, haciendo que Cristo sea miembro de un sistema de castas, principalmente aceptando la Comunión con El y olvidando la comunión con su Cuerpo. Esta teología fraterna de la Eucaristía es la que nos hace ver los fracasos de la acción espiritual cristiana y, desde luego, el fracaso de toda política social que niegue positivamente la realidad divina y humana de Cristo Sacramentado. Unos por defecto y otros por impiedad, olvidan que, la base del verdadero cambio social es la Eucaristía. Quizás, algún día, una de las condiciones de la Comunión podría ser de– jar en la puerta de enfrente el alimento que nos hemos negado a nosotros mismos por el bien de nuestros hermanos. La Iglesia Católica Norteamericana, humilde, clara y vigorosa en decirse las verdades, concebía así la celebración del Congreso. Con su acostumbrado sentido doméstico, más al día por el Bicentenario, remueve recuerdos cívico-religiosos: Hoy nuestra vida nacional ha abandonado el ayuno. Jorge Washington ayunaba por el estado libre asociado de Massachusetts, James Madison lanzó una proclama sobre el ayuno. John Adams hizo lo mismo. Lincoln preparó nueve pro– clamas diferentes sobre el ayuno. Se alistaba a preparar la décima cuando fue abaleado. Tal vez uno de los propósitos del Congreso Eucarístico debería ser el que se ayunara de nuevo en la Iglesia Americana - para compartir el sufrimiento de nuestro prójimo. El análisis realista y la austeridad exacta no tienen por qué ser pesimistas. Tales son el ánimo y el talante con que las cristiandades 222
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