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temor. Conviene recordar «que la nación había nacido al impulso del hondo sentido religioso y moral que profesaron sus próceres en 1776». «La revolución norteamericana es proceso permanente y tarea inconclusa». Y de inmediato en 1971 y siguientes, estaban a la vista la ocupación plena, la restauración ecológica, «la ley y el orden», una mejor educación y salud, más y mejores viviendas, reformas constitucionales que agilicen la acción del gobierno y oportunidades para todos los ciudadanos, sin distinción de su origen. En 1971 no estaban lejos los plomeros y abogados del Watergate. Pero nada ha impedido nunca que el aire angloamericano conserve el flamear de las velas del Mayflower y el aroma de la flor del Estado de Massachusetts. EL ESPIRITU DEL 76 Sobre fondo anubarrado y amarillento en el que se perfila un batallón bajo la bandera de los Trece Estados, avanzan en primer plano tres volun– tarios, que cumplen edades desde la adolescencia hasta la madurez. Mar– chan brillantemente animados y tocando los dos primeros sendos tambores de diferente tamaños. El tercero hace sonar un flautín. Su imagen y sonido fueron en el Bicentenario la nota más sencilla y sobresaliente de la celebración. Es el cuadro titulado Espíritu del '76 -Spirit of '76-. Luce en el Ayuntamiento de la Ciudad de Cleveland -Cleveland City Hall-, Ohio desde el primer centenario de la Independencia, 1876. Es la pintura más ex– presiva del aire de la Revolución y de sus gentes, y tan famosa como vir– tualmente olvidado el artista que la creó y la reprodujo, con leves variantes, por lo menos siete veces. Fue el pintor Archibald M. Villard. Tenía precisamente 76 años cuando recibió el encargo de esa última réplica de su cuadro, en la somnolienta ciudad de Wellington, Ohio. La idea se le inspiró contemplando una marcha de veteranos de la guerra de 1812, desfilando a lo largo de la calle mayor en una parada del Cuatro de Julio. Villard había servido como abanderado en el Regimiento 88 de Ohio durante la Guerra Civil, y decidió ahora buscar modelos para su pintura patriótica. Se acordó de Hugh Moser, antiguo miembro de la banda de pífanos y cornetas en Brighton, así como también de Freeman Green, que pertenecía al mismo cuerpo. Este Green fue el modelo para la figura central, de pelo abundante y cano. Aunque de ademanes decididos, parece que era torpe tambor. No tenía mucho tiempo para posar y le sustituyó en parte el propio padre del pintor. Harry K. Deveraux, estudiante de Brooks School en Cleveland, fue escogido modelo del muchacho que toca el tambor a la derecha del cuadro. Archibald M. Villard nació en 1836 en Bedfore, Ohio, A los 19 años fue a Wellington donde se entrena de pintura como artesano ambulante. Pronto se vió coloreando los carros y coches de los buhoneros y comercios locales. Siguió pintando hasta su muerte, el 11 de Octubre de 1918. Ninguno 217

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