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cluir la paz, concertar alianzas, establecer comercio y realizar todos los actos y cosas que los estados independientes pueden hacer por derecho. Y para mantenimiento de esta declaración, con firme adhesión a la protección de la Divina Providencia nosotros mutuamente comprometemos nuestras vidas, nuestras fortunas y nuestro honor sagrado. MITOS PERDURABLES: LA CAMPANA John Hancock Presidente Las salutaciones y enhorabuenas de los Estados Unidos ante su propio Bicentenario se manifiestan igual en las ideas y fantasías que en los uten– silios de la vida personal y doméstica. Mas bien predominan por ahora las exhibiciones verbeneras y populares llanamente alegres y atractivas, no demasiado entusiastas ni triunfalistas, como pudiera pensarse de la celebración de la mayoría de edad, hace años lograda por este país y ahora por primera vez centenaria de siglos en plural. En el escaparate de una tienda de ropa, de apariencia adrede desgastada y descolorida para jóvenes, ellos y ellas, se lee con letra de pan– carta: «¡Feliz Cumpleaños, América!» Aunque pudiera decir con exactitud primeriza: ¡ Feliz cumplesiglos ! En salas y quincallerías de los mercados y almacenes se ponen al alcance del público vasos, bandejas y cubiertos desechables al primer uso, en los que campean la imagen de Jorge Washington y la bandera de las estrellas y las franjas, que van a asomarse entre las hamburguesas y la tarta de manzana de las meriendas escolares. No es irrespeto. Es familiar y espontáneo. Síntoma y estilo de esa campechanía con que los colores y emblemas del país se exhiben en la ropa interior o en las auras y arenas imposibles de la luna. Es el mismo respeto con que se analiza metalúrgicamente la contextura radiográfica del símbolo de la Independencia y civilidad democrática y religiosa de la nación: La Campana de Libertad de Filadelfia, tan reveren– ciada como rota. El caso es que la campana de la Libertad, sagrario del espíritu de la In– dependencia, está resquebrajada. Puede ser el tesoro más frágil del opulen– to país. Esto es verdad solo metalúrgica y técnicamente hablando, aunque alguien se eche a pensar que ocurre lo mismo que con el alma y el carisma nacionales de Filadelfia. El obrero metalúrgico Mike Modes que trabaja para el Laboratorio Universal de Pruebas Técnicas, ha pasado una noche entera sacando fotografías radiográficas, semejantes a rayos X, al símbolo de la libertad de 215

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