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11 USA 200 Conmemoración-Declaración trascendente -Valores: modelo inesperado -Declaración: cuestión de conciencia -Mitos perdurables: la Campana -El espíritu del 76 -Filadelfia: bandera y custodia -Pan y Eucaristía: los tres velos -Reflexiones imperiales CONMEMORACION «Dadme la libertad o dadme la muerte» Este es el grito que inmortalizó el patriota Patrick Henry en la iglesia de San Juan, en Richmond, Virginia. Había que soñar en la celebración del segundo centenario de la libertad vencedora. Mil reproducciones de la espada inaugural de Jorge Washington sería la obra de pura artesanía de la Wilkinson Sword Limited, de Londres, a 950 dólares el ejemplar, garantizadas las copias con el testimonio y firma de un miembro del comité del Museo Metropolitano de Arte. Circularía popularmente una mochila del soldado de la Revolución, con un correaje supletorio, paquete de cigarrillos, mecha y pedernal, una hogaza, un par de calcetines limpios, alguna ropa y enseres. Se podrá adquirir también una botella o frasco típico de la revolución en el que se vende un brandy propio del bicentenario. Especial cuidado merecen el visitar, reconstruir, y decorar con exactitud histórica y el amor realista, los acontecimientos, y los sitios y ambientes que les corresponden, así como la composición de una sinfonía conmemorativa para ser ejectuada en la primavera de 1976 en todo el país, cuyo compositor sería elegido por la Symphony League en Washington. «Somos -decía Virginia Dabney- una nación siempre superándose. Este año 1976 lo vamos a celebrar de muchas maneras. No veo por qué no lo vamos a hacer de manera exquisita». Seguramente uno de los modos de la exquisitez es el religioso católico con aire español. Declaraban a «Blanco y Negro» los profesores de Filosofía, Fred D. Willhelmsen y Roberto Herrera de la Universidad de Dallas, Texas, al participar en el cursillo hispánico celebrado en El Escorial:

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