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cayeron de bruces y se llenaron de miedo (Mat. 17:6-7). En el Monte de los Olivos, mientras Cristo agoniza hasta el sudor de sangre, sus discípulos duermen «de tedio», miedo que es cobardía, a pesar de la recomendación de vigilar y orar. Mientras, Jesús también: «Mi alma está triste hasta la muerte!» También vivió su tedio, su espanto y su desolación de Getsemaní y de la Cruz. Las mujeres valientes, enamoradas, que no habían temido ante la cruz y el entierro, temen el ungimiento del cadáver, temen ante el sepulcro vacío y callan desconcertadas. (Marc, 16, 8) No podemos estar nosotros más orgullosos que aquellos discípulos de nuestros corazones pusilánimes y temerosos, hasta el grado de que tememos menos del peligro que de la salvación, como un hombre que lucha Y teme de su rescatador, menos la muerte que de la resurrección, menos del Diablo que de Dios. En el momento de la contemplación de Dios y de sus obras maravillosas es cuando necesitamos sacar la fuerza para no temblar. Como les ocurrió a los dos discípulos de Emaús, que sienten su corazón .vivaz, animado, cálido, confortado ante la presencia: la palabra y la acción. Tiemblan de alegría, de amor, de ver resucitada la verdad! Distinción entre las sonrisas que hizo Leonardo: la de Gioconda, plena, reflexiva, misterio sin misterio: ciertamente es misterio, evidencia de belleza. Y, la sonrisa de Santa Ana, las sonrisas son iguales, boca y ojos tienen distinto acento, sombras y ángulos de la boca y los ojos nos hace detectar algo más que el enigmático silencio de la Gioconda. Santa Ana sonríe a Jesús Niño. Es el secreto religioso. Aún los Evangelistas sinópticos parecen haber visto un Hombre-Dios, un Jesús distinto, como los artistas al ver e interpretar algo y a alguien. de esta individualidad de visión que la historia de la PASION referida por San Juan, con los relatos de Lucas, Marcos y Mateo? Santa Teresa escribe a la Duquesa de Alba muy afectada por sus calamidades: ¡ Cómo me gustaría verla más libre!» Libres de nosotros mismos; libres en Dios. Vivos en la libertad de Dios. Esta cumplida libertad. ¡Dichosos los artistas que dan rostro, gesto y presencias Cristo en las artes y en más aún en la vida como los sacerdotes! ... Fra Angélico, según el biógrafo y artista Vasari, acostumbraba a decir que «el que practica el arte (de pintar) tiene necesidad de quietud y de una vida sin preocupación.» Así el que pinta a Cristo, -y el que lo contempla necesita vivir siempre con Cristo. Fra Angélico no retocó sus cuadros. Los consideraba como una forma original y súbita, pero deleitosamente operada por la voluntad divina. Nunca pintaba los temas de Cristo Crucificado sin ponerse de rodillas y bañarse en la contrición de sus lágrimas. «Elevación de la cruz y Descendimiento de la Cruz, de Rubens». Espléndida paganía ¿cristianizada, barroca y secular? La piedad y la belleza siempre inspiran decoro. Entre la turbulencia de la multitud, lujosa y 204

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