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200 Mejor que nadie sabe que el amor es la caballerosidad de Dios. Conoce el ritmo de la garlopa, las vetas y cortezas de los árboles: se las presiente. Va por la hogaza o el pescado y a entregar los trabajos del taller: los de su padre, yo, y los suyos ¡Un rey entre las herramientas! A veces se me queda pensativo, mientras mira formas y utensilios: una banqueta, un barril, una mesa, juguetes, un ataúd, una cuna. ¡Nunca pregunta los destinos.- En tus algodonales, donde como uno de ellos sudas, cantan «espirituales negros» tus fieles negros. Escucha al que nos dice de Ti: «Yo sería capaz de vivir Su muerte, si capaz fuera de vivir Su vida.» Cosechero de cálices y pan, vides, olivas y tamales, Unete a ellos, tus obreros emigrantes, que a Tu Madre, «madre» la cantan ¡Madre! con todos los nombres de las Américas ... De tanto ser celeste, no Te dejes calumniar de apátrida. Hermano y Dios de los cansados emprendedores, pioneros de justicia y dólar, que matan su añoranza en Tu victoria y encendieron sus almas en la llama salobre de tu Libertad. Los viejos y los árboles algo auspician en Ti. Las piedras de molino, los rebaños, las redes plateadas de escamas saben que en todo ese Hombre que las roza alienta Dios. Celebran que nacieras de mujer, y que esa madre Te enseñara a rezar por las flores del campo, las aves y las amas de casa. Bellas, las flores; confiadas, las aves; y además ángel fuerte y dulce la madre. ¡Que tu Iglesia siga siendo Eva y María! ¿Quién Te hizo amar barcas de pescadores? Haz que navegue bien tu barca.

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