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Así como para Hegel Dios muere en Cristo, para Bloch muere en la revolución. Sin embargo, ninguna de estas tendencias expresa la realidad de Jesús, qui.:!n, a la vez que hombre, invoca y reconoce a Dios Padre. Fue Hegel también, quien, según estas ideas, al implicar al cristianismo dentro de la transformación histórica, hace de la muerte de Dios en Jesús el símbolo de cómo Dios es afectado por la historia, lo cual supone el rechazo de la objetividad de Dios. Si Dios está en la Historia, la Historia está en Dios. Jesús es el símbolo concreto de esta unidad dialéctica. Al identificarse Jesús como el Hijo del Hombre, restituye a los hombres su historia, convir– tiéndose para siempre en el héroe ejemplar. Por aquí ya volvemos a caminos trillados por cristianos yanquis, sean especulativos, practicantes o emocionales. Nos quedamos con el tema del profesor Walter Kasper, de la Universidad de Tubinga: «Jesucristo, único y universal». Al desarrollarlo, dijo: El sentido y fundamento de la Iglesia no son los dogmas ni los preceptos, sino una persona concreta en su historia concreta: Jesús de Nazaret, salvación del mundo y cumplimiento escatológico de toda la historia. Su historia única tiene impor– tancia de una vez por todas. Cristo es el «concretum universale». Sólo de El puede el cristianismo recuperar su unicidad e incon– fundibilidad, así como su apertura universal. JESUS NAZARENO Desde el punto de vista cristiano, en nuestra biografía particular, con– templar la presencia de Jesucristo es situarnos beatífica y radicalmente en su divinidad, en la Divinidad. Pero para «griegos y judíos» de siempre puede resultar escándalo o locura. La impressión que da la comunidad americana en cada uno de sus miembros en sus relaciones religiosas es la de acercarse a Jesús como lo que inmediatamente es El, según la Escritura, la Tradición y la Historia, es decir: Jesús el Nazareno, el hombre obvio que hay en El, el hijo del hombre, el histórico, el que sale al encuentro: el «encontradizo», el del Evangelio «He encontrado al Mesías ... » Desde luego, es algo que ocurre en las comunidades creyentes de todo el mundo. Pero hay aquí, en Estados Unidos, un leve grado de intensidad y de gesto de que se puede ir a Dios solo con topar con Cristo. Se echa de ver algo más que tendencia protestante, secularismo católico o variante de una civilización más actualizada. Es la evidencia de que la humanidad, la hombría, la carne, y el espíritu de este «ejemplar», este individuo de nuestra especie es la sencillez del camino, de la luz, de la vida hacia Dios y en Dios. Y no hace falta ni el intento de justificar esa actitud. Ocurre en el reino de los hombres y de Dios. Así el cristiano resulta siempre un discípulo, confidencial, inmediato de Cristo: su hermano, su familia, su madre. Lo que en un mundo de absoluto 195
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