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1 PALABRA Lo yanqui -Cristo Yanqui -«Dejad a América que sea América» -Un estandounidense en Madrid -Una señorita católica norteamericana ante el Cristo de Velázquez y el de Dalí -Urgencia de Amor-Pasión a Cristo -El entierro de un aficionado al jazz -Fátima y esta edad apocalíptica -¿Nuevo despertar? LO YANQUI Desde el principio el adjetivo yanqui resultó inseguro tanto para la etimología como para su valor. Por diferentes razones, algo parecido ocurrió con el término americano. Los Estados Unidos lo retienen con cier– ta exclusividad, como por antonomasia, y se identifican, por apropiación, con la rotundidez y belleza de su gentilicio americanos. Los otros, los del más alto norte, los canadienses, así como los del centro y los del sur del con– tinente, se determinan por los puntos cardinales. Por donde debiera reconocerse que los americanos más auténticos son los indios. O que acaso el único americano sin discusión fue el florentino Américo Vespucio. Aunque lo yanqui resulte americano y estadounidense, sigue, sin aparente razón, destilando gotas de incertidumbre, de reproche, de agridulce impertinencia y caricatura y hasta de riesgo cultural, salvo si se queda en la divertida y amable acepción del «Yankee Doodle.» Entre los estados primitivos de la Nueva Inglaterra y los de la Frontera Colonial del Centro y del Sur podían apreciarse desdenes inamistosos. En 1773, un bostoniano regresa de Virginia y decía a los granjeros de la tierra de la Reina Virgen, Isabel, que eran «una clase inmensamente ignorante e iletrada en comparación de la nuestra.>> Dentro de la misma Pensilvania, una madre amenazaba a su hija díscola con que, si no se portaba bien, se la entregaría a los yanquis. En la Guerra Civil, para los suristas el «yanqui» era el soldado del norte. A éste se le llamaba así, según piensan algunos, como reminiscencia del origen atribuído a yankee, diminutivo familiar o apodo de Jan o John. 17

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