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so como mejor se explica es por un acto de creación por una fuerza de poder inimaginable. En su obra Until the Sun Dies, Jastrow se adhiere a la idea práctica de la convergencia entre ciencia y religión y confiesa que lo hace atraído por el lenguaje y la clarividencia de la gentes que hablan a Dios con amenidad humilde y confortante. La atea militante Madalyn Murray O'Hair se hizo célebre en el año 1963 por haber logrado que su denuncia determinara la decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos que excluía de las escuelas públicas las oraciones y la lectura de la Biblia. Recientemente ha resignado su capitanía del ateísmo americano para que la asuma el que quiera: Durante trece años la comunidad cristiana de los Estados Unidos me ha tratado brutalmente. Y por el otro lado, la comu– nidad atea americana no me ha ayudado nunca. De cualquier manera, el ateo yanqui no es sectario ni abrupto. Ni mucho menos se engalla en controversista. Es respetuoso, afable y elusivo. No basta decir que se comporta de esa manera porque vive en un país liberal, demócrata y multiconfesional. Por todo ello hay en él algo más que escepticismo. Se desprende de su persona una placidez que turba. Hay pros y contras para aplicarle los pensamientos de Nicodemus: «Hasta en las horas más oscuras de la vida hemos de recordar con serenidad y consuelo que algo de paraíso nos queda en el amor cierto de Dios, quien nos sostiene con la belleza de las estrellas y de las flores y con la felicidad que irradian los ojos de un niño.» Y que en Estados Unidos los niños sean considerados por sus com– patriotas como ángeles y príncipes del Reino de los Cielos es tan indudable como el encanto de la Yanquilandia. DIOS CONTESTADO, DIOS PRESENTE «La crisis actual del cristianismo-crisis de fe-puede describirse como un invierno que va a durar una década o dos, quizá hasta fines de la actual centuria, a no ser que ocurra algún cataclismo que precipite nuevos rumbos.» Tal se expresaba el Cardenal Wright, jefe de los asuntos del clero en el gobierno de la Iglesia. Si la crisis no es exagerada, puede serlo la duración. Hoy los procesos de alivio o deterioro son más rápidos. Varios sacerdotes de Caracas colo– quiaban hace apenas semanas sobre cómo se van dando indicios de que la conmoción posconciliar pública amaina. Las controversias y reacciones prácticas y extremosas tienden a centrarse en la normalidad, en la confor– midad silenciosa y en el perenne drama interior y privado de cada uno. Y es que no hay conmoción comunitaria alguna capaz de remodelar el silencio y el grito de cada alma. 175
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