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de la oración, del rito y de la intimidad extrema e innumerable, entre gracia y pecado, de esta alma yanqui «de potencialidades indefinidas» . La Resurrección de Cristo implica, además de la evangélica y pascual, los días de reencuentro con la amistad y la misión de sus discípulos. Hay que ponderar la profética y apocalíptica de la Segunda venida, recapitulación y bienaventuranza de la presencia siempre inminente de Cristo. Pero aquí, de momento personal social e histórico, nos impresiona y nos cautiva otra «resurrección » de Cristo: su perenne emergencia de cada dia y en cada ser humano, el renacimiento sobreviniente en cada conciencia, latido de cora– zón, tacto de espíritu y piel en las incidencias de cada día: ese estarse hacien– do en la Iglesia y en la sociedad, por ejemplo, tal como en ésta, yanqui, «el que está naciendo siempre» en este pueblo tan serenamente apasionado de la parada y del espectáculo, con sofisticaciones clásicas, sinfonías florea/es y torrentes de aleluyas: Cristo Yanqui: tal como el cantado en la Fiesta del Sagrado Corazón, -en su plegaria de Vísperas, del Breviario: Liturgia de las Horas-: Hymn Oh Christ, Redimer of mankind, Creator of our earth, Light of Light and God of God SON OF ETERNAL B!RTH! ¡Oh Cristo, Redentor de la humanidad, Creador de nuestra tierra Luz de Luz y Dios de Dios, HIJO EN ETERNO NACIMIENTO! Miami, Fiesta del Sagrado Corazón de JESÚS. JO junio, 1983 15

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