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El Hombre accede: ¡Encantado, soy viajero - con vosotros - a la Luna. - ¡Par– tamos! Y acompafian al Hombre, el Suefio, el Ensuefio, el Desensuefio y el Viaje, sin dejar atrás los otros personajes, Liturgia, Teología, Poesía y Angeles. De los «paradores de turismo planetario» habla el Viaje a su retorno a la Tierra: Por arte de encantamiento, - héroe en el globo terráqueo ... - Lo que vosotros, Ensuefio - y Suefio, hubiérais forjado - a peso de fantasía - y presentimientos raros, - eso lo obtendrán mis próximos - viajes interplanetarios. - Y dejaremos atrás, abajo, arriba o a un lado - ¿qué es «lo arriba» en este mundo? - al margen de nuestros astros, - este pueblo sudoroso, - belicista y siempre tardo que es la Tierra; y casi libres - por veloces, postergando - el corral estratosférico, - saldremos a los espacios. - Y mis guías de turismo, - el universo acotando, - pondrán paradores de éter, - de estrellas y de cobalto, - en los cercos de Saturno, - en Arturo y Sagitario, - con anuncios luminosos - en la Vía de Santiago. Las realidades vivas del turismo inmediato bien merecen estas fantasías ingenuas de cuarenta afios atrás. (lb.) FLORECILLAS Y DESVALIDEZ DEL COLOSO Entre astros y flores oscilan los suefios americanos. Una vez más, con ocasión del Bicentenario, se trabajó porque el Congreso declarara como flor nacional la «marigold.>> La alternativa oscilaba entre dos flores más bien modestas y no muy llamativas: la «marigold,» caléndula o flamen– quilla (Marigold: Virgen María-Oro; alguna de las plantas de esta familia, de flores rojas, amarillas o anaranjadas), y la «dogwood,» una, de los ar– bustos entre las varias especies de «Cornus» como el «Flowering Dogwood,» de flores rosadas o blancas en primavera, y un pequefio racimo de bayas rojas en el otofio. El periodista del Washington Post, Henry Michael; se declaraba enemigo de la «Marigold» y a la vez no se mostraba muy satisfecho de otro, todavía más ilustre e imperial, símbolo de los Estados Unidos: su águila calva. Parece en realidad que no es calva, sino que tiene la cabeza cubierta con una bien cortada y atractiva mata de plumas blancas. De ella afirma que se le está maltratando con tan poca piedad y respeto que está a punto de extinguirse. Pero la más atacada es la humilde «Marigold.» Le echa en cara 165
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