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aventura, el descanso, el eremitismo renovado y, desde luego, las vaca– ciones turísticas. Esos núcleos de vivienda humana están provistos de cuanto puede hallarse en Saint Tropez, Benidorm, Capri o Miami. Las agencias de viajes estudian planes de excursiones privadas y colectivas para las próximas décadas a la Luna y quizá a Marte. Para esas fechas, por los ochenta o noventa, que están al caer, Von Braun afirmó científicamente que podrán nacer niños en la Luna. Los claros de luna de miel lo serán con toda garantía. Las excursiones, viajes y destinos, como postrimerías del hombre y final recapitulación de sus andaduras por la tierra, y su transferencia a otros parajes y mundos, son tema corriente en la literatura religiosa de todos los tiempos. Basta recordar la India, el paraíso musulmán, las odiseas del mismo Odiseo y Eneas, los relatos de Homero y Virgilio, y los itinerarios de este último, Virgilio, Beatriz y San Bernardo como guías de Dante. Este nos describe las espirales de ultratumba, círculos celestes y planetas de nombres familiares a mitólogos y horóscopos. Suerte y méritos sitúan y gradúan co– ronas y auréolas para los peregrinos terrenales, tras la última hora de por aquí. Respecto a la Luna son significativos los sueños de Endimión y las costumbres de los antiguos iberos de dejar sus muertos en las cumbres para que la Luna los liberase y beatificara con su beso. La ciencia ficción, los presentimientos de los novelistas, gente de razón imaginativa y sensorial, y el numen de los poetas deben ser considerados en algún aspecto como los primeros promotores de la turística espacial. No pasará mucho tiempo sin que en Norteamérica, acaso no lejos del Cañón del Colorado, se instale una Astrolandia por los sucesores de Walt Disney. Los ancianos y los niños lo esperamos. En el año cincuenta--1950-con motivo de la proclamación del Dogma de la Asunción de la Virgen María, en el poema dramático religioso con ese mismo título se hacen constar referencias de este misterio con el tema de los viajes espaciales, y por consiguiente, de unos paradores de turismo planetarios muy modestos. Obviamente es el personaje El Viaje, en su apoteosis y eclosión modernas, quien sugiere el tema y se presenta así estimulando al Hombre: 164 A tus órdenes, hermano. -Soy el Viaje. Me presento - yo mismo. Soy desde antiguo - voraz de espacios y tiempos. - Tengo premuras de arcángel, - so/dinámico, moderno. - Por juguete, un trasatlántico; - auto y avión, por sueños. - Aban– doné el corazón - de los héroes y hoy tengo - un trampolín de gimnasta - para lanzarme a los vientos - de todas las fantasías - de mujer y hombre modernos. - ¡El Viaje! Y con ilusión - dicen su perverso verso. - roto de desarmonías. - Ibamos a la ventanilla - de una estrella exprés. - ¡Viajábamos ya! - ¡Por fin, alguna vez! - ¡Y el universo, como un pequeño sitio, - de inagotable y limpio placer! (P. Begoña. ASUNCION. 1951)

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