BCCCAP00000000000000000000550

eso mismo, quiere regalarla por ensuefio, por ideal, por amor. Con él habrá llegado a la luna el riesgo, el drama, la metafísica difícil, la fragilidad, el tedio y el valor: la criatura formidable sobre la cual se cuestiona el Creador, la salvación, su gloria. El hombre es la especial criatura testimonio de Dios. Donde esté la naturaleza del hombre allí está Dios. Porque para el hombre íntegro siempre hay un «más allá» y un «más hondo.» El teórico espacial ruso Konstantin Tsiolkovsky escribió: «La tierra es la cuna de la mente; y usted no puede vivir en una cuna por siempre.» Vivir sobre la tierra es el primer balbuceo del alma. Su palabra total es en otro reino. GRACIA Y POESIA SELENITICAS En pocos hechos históricos habrá tanta riqueza problemática y sugerente en todos los campos, incluido el religioso, como en nuestras ac– tuales exploraciones expaciales. A pesar de que, acaso por haber sido testigos demasiado primerizos para la razón y el pasmo, parece que nos vamos convirtiendo en estatuas de sal y convidados de piedra. Tras una ner– viosa curiosidad jugueteril y una comparecencia pasiva, volvemos a la rutina vital de nuestras preocupaciones inmediatas. O quizá, sin darnos C'1enta, vivimos la normalidad que nos sitúa más realisticamente en el universo. Pero el suelo de la Luna no ha sido pisado en vano por el hombre; ni en vano sus piedras y sus pómeces fraternizan con los guijos y las lavas de nuestros ríos y páramos resecos. Conlleva todo esto un orden claro, una plenitud progresiva de la acción de la Divina Providencia sobre el hombre y por el hombre; y el Evangelio debe seguir siendo predicado a «toda criatura.» Ahí marcha el hombre entre sus uu,..n ..,cuJ y servidumbres: unas y otras, al fin y al cabo, drama Tuvimos la suerte de contemplar el polvo, partículas y trozos de algunas piedras de la luna, en la vitrina de un Colegio Universitario de Nueva Orleans. Fue estremecedor y demasiado fácil ver aquella imprevista y familiar amarillez, difunta en gris, de la materia del satélite. Recordábamos unos versos que hace varios lustros pusimos en labios de «El Ensueño», en su verniano despiste en la Luna: En nácar y gris de plata de esta región visitemos. Duros paisajes exóticos y tembladores luceros en el aire de la Luna han adobado los cielos. Vivamos en este ambiente azulado y ceniciento la musical aventura del hombre joven. ¡Viajemos! 161

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz