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«Me gusta». Pulí esta expresión y escribí esta otra, poco menos que oficial: «Admiro estas gentes y sus cosas». Sin propósito deliberado y tras idas y venidas entre Espafla y Estados Unidos, se me ha fijado el presentimiento, más que afirmación tentativa de la duda metódica, más que de pura razón o razón pura, que ahora y en este libro a estas gentes e instituciones que se les incorporan, «las admiro menos y las quiero más». Advierto que, con decir esto, estoy sublimando mi admiración y rebasando mi cariflo, sin lograr persuadirme de haber alcanzado lo que no se sabe bien si es lo mejor: la in– teligencia sosegada y la fruición por la experiencia meditativa y con– templativa del espectador. Me agradería en todo caso, y esto ha sido un pro– pósito adrede, hacer como le gustaba a Tácito un libro «sine ira et studio»: sin animadversión y sin interés», es decir: con las percepciones placenteras de un aprendiz de filósofo, poeta, periodista y sacerdote seguidor de Cristo, y agradecer al Cielo, a las gentes y al paisaje la experiencia. Por consiguiente mis fuentes de información han sido ideas, letras, como he dicho «ecos y vislumbres» con fundamento en personas y cosas: en suma, nociones, casos: total «noticias» «news» la inmediata curiosidad de la ciencia y la fé evangélicas, esenciales y existenciales, en simultaneidad con lo «inspiracional» lírico yanqui. Como los contactos con la realidad profun– da de cualquier ser, en el no hay ni se ven más que superficies, la paz de lo que se verifica; noticias efímeras y tal vez pintórescas con el palpitar y el on– dular de lo vivo y concreto. En dos palabras, cualquier hecho es símbolo y sugerencia. Sencillamente se incorpora el término «yanqui» al Cristo que historicamente se verifica en Estados Unidos: el que es vida, inspiración solidaria de millones de personas, ideales y conciencias que practican una cultura, un culto, un determinado estilo y nivel y modelo cívico, personal, íntimo y público, unas vivencias particulares que van calando y extendién– dose en el presente e inmediato futuro, y sigue conformando una parcela importante de la humanidad que se sabe y acepta inmortal. No es tan extraflo que pueda hablarse del nuevo humanismo yanqui, que toca con et– nias de iglesias llamadas a nueva ecumene. Esta amplitud y esta profun– didad de las realidades de Cristo y en su entorno y contorno americanos, es suponible que prendan en la contextura del sacerdote, del vate -vidente-, del contemplador y gustador de estéticas inspiradas, profesional y prac– ticante del discipulado de Cristo y su Iglesia, tanto más cuanto más afor– tunadamente se vive la realidad inminente de Cristo, quotidiana y serena en convivencia con la civilidad de este Continente. Es obvio que en estas páginas que van a seguir pululen ideas comunica– das de los medios, artículos, versos, glosas de predicación homilética, de ejercicios espirituales, ascéticos, sacramentos, como práctica de una pro– fesión votiva y deudora para con la comunidad eclesial en todas sus facetas, en f ulguraciones nunca suficientemente captadas y trasmitidas en el ámbito de la belleza y el orden católico, cristiano y bíblico. Cada gesto y alusión es atisbo, goce y participación festiva en la panorámica movible de la liturgia, 14

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